O reino Medieval de Galiza.
NO HAY mejor manera ni más gráfica de entender la importancia de la
Galiza medieval que recurrir a la historiografía de la época, sobre todo
la que nos llega de fuera. De fuera de España, a ser posible. Entender
cómo nos veían en Europa, y también entre los pueblos normandos y
árabes. Qué decían de nosotros, qué escribían y en este caso, cómo nos
situaban, literalmente, en los mapas.
Entre los siglos X y XV, por ejemplo, todos los mapas sitúan al Reino de
Galicia como una entidad independiente y diferenciada de cualquier
otra. Curiosamente, no existe una sola que hable de Asturias, ni como
reino, por supuesto, ni como principado ni como nada. Algunos, los
menos, mencionan al reino de León, siempre junto al de Galicia. En otros
aparecen Galicia e Hispania. Hasta hay algunos, los árabes, que dividen
la Península Ibérica entre Galicia y Al-Andalus. Pero en todos aparece
siempre e inexcusablemente Galiza.
No vamos a enumerarlos: están ahí para cualquiera que los quiera ver, a
un click de ratón, pero vale la pena buscarlo para comprobar que en
todos los mapas germanos, ingleses, normandos, italianos de la época,
nadie duda en señalar a nuestro reino como un reino diferenciado de
cualquier otro. Muchos señalan a Compostela como lugar destacado, otros
no. Todos incluyen a Asturias como parte de nuestro territorio; algunos
agregan León; casi todos el norte de Portugal y otros, como queda dicho,
hacen la distinción entre Galiza e Hispania o Galiza y Al-Andalus. Los
más antiguos excusan la presencia del Reino de León, lo que demuestra
algo que todos sabemos: que ese reino fue fundado y gobernado por
gallegos hasta que asuntos sucesorios lo desgajaron del nuestro. La
permanente omisión de Asturias, por su parte, refleja una verdad como un
templo: el Reino asturiano es un cuento chino; una invención de
historiadores hispanistas, desgraciadamente algunos de ellos
gallegosrenegados.
Pero, y esto es importante, lo que demuestran los mapas es algo que
cae de cajón, porque los mapas servían entonces para lo mismo que para
lo que sirven hoy: para conocer el mundo, su división geográfica,
estratégica, política y territorial. Y como no hablamos de mapas hechos
por nosotros, sino por quienes querían aliarse o enfrentarse a nuestro
reino, o comerciar con él, no creo que podamos sostener que fueron
planos trazados por secesionistas gallegos.
Me ahorro el trabajo de ahondar en el asunto. Lo maravillosos de este
tema es que una o uno lo descubra por sí mismo: que lo compruebe; que
vea el nombre de nuestra nación escrito en pergaminos, en cáñamos o en
linos hace más de mil años, cuando la cartografía estaba en pañales y
quienes dibujaban aquello lo vendían a precio de oro a reyes o a grandes
comerciantes.
Ahora que todos tenemos más tiempo libre del deseado, propongo esto como
un ejercicio que puede resultar hasta entretenido, también para quien
no es un fanático de la Historia; también para quien no es nacionalista;
también para quien piensa de nosotros que somos una colonia riquiña que
tiene marisco, playas y vacas. Más que nada para que unas y otros
comprueben que llevamos aquí más tiempo que nadie construyendo una
nación que merece poco respeto: Y sobre todo para que unos y otras
sepan, así como de casualidad, que León, Asturias, Castilla y Portugal,
todo ello, lo hemos hecho los gallegos.