Se puede ser directo en el lenguaje y claro y cuando nos encontramos con un artículo corto, directo, incisivo, matador, si nos gusta la idea que transporta disfrutamos. Estamos acostumbrados a lo políticamente demasiado correcto, el miedo a equivocarnos sobre todo contra quién tiene poder, por eso al encontrar en el PAÍS hoy este artículo corto de Vidal Folch, dices vale, gracias, quería escuchar algo así, de un personaje del entramado político-judicial que hace y deshace a su manera. La fuerza del periodista puede ser grande en estos casos.
Pero. Porque en esto si, el Pais atiza directo a la yugular, porque está claro que es necesario quemar naves para el PSOE para conseguir que el juicio Gurtel no cuente con los dos jueces que deberían abstenerse y si no lo consiguen al menos hacer el ruido más grande posible que erosione el entramado en este caso de los otros. Si se hablara y se denunciará con esta vehemencia tantas veces, cuantas veces nos sentiriamos halagados como ciudadanos. El caso de cinismo-hipocresía.- mentira merece un berro como iste, manda carallo.
¿Está preparado para la querella correspondiente? A esperar. De momento ahí va el artículo.
El juez ebrio
¿Les
gustaría ser juzgados por un tipo con “fuerte olor a alcohol en el aliento,
ojos rojos y vidriosos, habla repetitiva, rostro congestionado”?
Un tal Enrique López es el ponente del tribunal que juzgará a Luis
Bárcenas. Gente de bien alega que esta criatura, amamantada en el PP, debe
renunciar a juzgar el gran caso
de corrupción del PP.
Enfrente, una recua corrupta, en la que
abreva el exjuez prevaricador Gómez de Liaño, defiende su idoneidad, pues
—aduce— la ideología personal no mella la independencia de criterio exigible a
los jueces. ¡No! No importa que el tal López sea luterano o musulmán. Lo
relevante para su recusación no son sus ideas privadas.
Es: a) que el PP está imputado en
el caso Bárcenas a título lucrativo; b) que López fue elevado al
Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y al Tribunal Constitucional (TC) por
su actuación pro PP, pese a su falta de currículo (hubo que esperar a que lo
completara); c) que Bárcenas participó, como senador, en la votación que
permitió nombrar a Concepción Espejel (la siamesa de López en el asunto) vocal
del CGPJ; d) que los procesados López Viejo, Alfonso Bosch y otros
exdiputados del PP votaron en la Asamblea de Madrid en 2008 en favor de la
candidatura de López al TC; e) que en 2013 fue uno de los que impidió
que Bárcenas declarara como imputado en la Audiencia Nacional; f) que ha
sido ponente 50 veces (¿fijo discontinuo, Cospe?) en la FAES, la fábrica de
ideas de José María Aznar.
Ergo el tal López es un lacayo del PP y
un mayordomo de Bárcenas. Carente de imparcialidad.
Eso es jurídicamente gravísimo. Aunque
sea de peor gusto que el tal López fuese detenido
(1/6/2014) conduciendo borracho
(cuadriplicó el límite) una moto por la Castellana, sin casco, y dijera que le
justificaban “circunstancias personales”, pese a lo que tuvo que dimitir ¡del
Constitucional! También Aznar es
partidario de beber-y-conducir,
“déjame que beba tranquilamente, no pongo en riesgo a nadie (¡!), no me gusta
que me digan no puede ir usted a más de tanta velocidad” (2/5/2007).
Algo que ya practicó el genio de la cuadra, Miguel Ángel Rodríguez, cuando
alcoholizado (“me lo he bebido todo”, confesó), embistió a un
coche (3/5/2013).
¿Les gustaría ser juzgados por un tipo con “fuerte
olor a alcohol en el aliento, ojos rojos y vidriosos, habla repetitiva, rostro
congestionado, deambular titubeante y dificultad para mantener la
verticalidad”, como retrataron los jueces al tal López?