Maremar, feu-vos present A l'altar del meu paisatge, Maremar, que els antics déus Avui són molt lluny de casa. Un tro per la recança Un port per la ferida I per l'amor, la cala.
Maremar, doneu-nos vent Hi ha demà i vela blanca, Maremar, i si potser Ni huracà, ni massa calma. Que el temps és curt i passa Com una estranya dansa De pas sense petjada. Mira com ve l'aire Que et vol convidar al seu ball. Gira i ves enlaire, Núvol d'esperança blanc. Pren-lo i embriaga't Amb la seva flaire Com nomès ho fa un amant. Mira com ve l'aire Que et vol convidar al seu ball.
Maremar, doneu-nos pau Però amb el tremp de l'olivera. Que no posa mai El seu ramatge verd-blau A la mà d'aquell Que la voldria sotmesa. Que omplim d'estels la barca, Però que un pesat bagatge No ens malmeni les xarxes. Mira com ve l'aire
Maremar, hágase presente
Maremar, feu-vos present
En el altar de mi paisaje,
A l'altar del meu paisatge,
Maremar, que los antiguos dioses
Maremar, que els antics déus
Hoy están muy lejos de casa.
Avui són molt lluny de casa.
Un trueno por el pesar
Un tro per la recança
Un puerto por la herida
Un port per la ferida
Y por el amor, la cala. I per l'amor, la cala.
Maremar, dénos viento
Maremar, doneu-nos vent
Hay mañana y vela blanca,
Hi ha demà i vela blanca,
Maremar, y si tal vez
Maremar, i si potser
Ni huracán, ni demasiada calma.
Ni huracà, ni massa calma.
Que el tiempo es corto y pasa
Que el temps és curt i passa
Como una extraña danza
Com una estranya dansa
De paso sin huella.
De pas sense petjada.
Mira cómo viene el aire
Mira com ve l'aire
Que quiere invitarte a su baile.
Que et vol convidar al seu ball.
Gira y ve hacia arriba, Gira i ves enlaire,
Nube de esperanza blanca.
Núvol d'esperança blanc.
Tómalo y embriágate
Pren-lo i embriaga't
Con su aroma
Amb la seva flaire
Como sólo lo hace un amante.
Com nomès ho fa un amant.
Mira cómo viene el aire
Mira com ve l'aire
Que quiere invitarte a su baile. Que et vol convidar al seu ball.
Maremar, dénos paz
Maremar, doneu-nos pau
Pero con el temple del olivo.
Però amb el tremp de l'olivera.
Que nunca pone
Que no posa mai
Su ramaje verde-azul
El seu ramatge verd-blau
En la mano de aquél
A la mà d'aquell
Que la querría sometida.
Que la voldria sotmesa.
Que llenamos de estrellas la barca,
Que omplim d'estels la barca,
Pero que un pesado bagaje
Però que un pesat bagatge
No nos estropee las redes.
No ens malmeni les xarxes.
Mira cómo viene el aire Mira com ve l'aire
Que quiere invitarte a su baile.
Que et vol convidar al seu ball.
Gira y ve hacia arriba,
Gira i ves enlaire,
Nube de esperanza blanca.
Núvol d'esperança blanc.
Tómalo y embriágate
Pren-lo i embriaga't
Con su aroma
Amb la seva flaire
Como sólo lo hace un amante.
Com només ho fa un amant.
Mira cómo viene el aire
Mira com ve l'aire
Que quiere invitarte a su baile.
Que et vol convidar al seu ball.
Ithaca by C.P.Cavafy (with Sean Connery & Vangelis)
Aproveitando o recital do poema Itaca de Constantino Cavafis, na voz de Sean Connery, calha que escutemos en castelhano uma magnífica versão de J. M. Pou.
O lembrar ITACA, sempre me vem o recordo a Itaca, dum cantante fabuloso como é Lluis Llach. Sempre gostei da sua musicalização da Itaca en catalão. A oportunidade que começou co Sean Connery acaba por levar-nos a Llach. Tudos eles, Connery, Pou, LLach, fizeram a sua maneira, e com muito proveito humano, a seu viagem ou travessia a Itaca.
El poema Ítaca pareciera estar dirigido al héroe Odiseo durante su
regreso a casa (el camino del héroe que simbólicamente transitamos
durante nuestra vida), pero en su precioso y universal lenguaje nos
habla a todos por igual, y nos obsequia gentilmente un consejo que
pareciera simple pero que frecuentemente obviamos. Inmersos en una vida
de prisas, de recompensas fáciles e instantáneas, es común olvidar que
el camino, pensado también como cualquier clase de proceso, no solamente
es lo que más puede enseñarnos, sino también lo más disfrutable. Ítaca
“no tiene ya nada que darte”, asegura el poeta nacido en Alejandría, por
eso es mejor llegar ahí viejo, habiendo vivido aventuras y
experiencias.
Todos queremos volver a casa, a Ítaca, avistar desde el mar la isla en
la que crecimos, volver a ver a la mujer que amamos y que nos espera
hace tantos años. Por esta razón, la legendaria isla griega —hogar de
Odiseo, Penélope y Telémaco— es la metáfora perfecta del propósito de la
vida, de eso que nunca dejaremos de perseguir.
Las Ítacas pueden
ser, entonces, casi cualquier cosa: podrían representar el proceso para
lograr una meta o para recuperar algo que hemos perdido, incluso,
podrían simbolizar el acto de transitar por la vida de principio a fin,
para finalmente volver al origen. En un poema iluminador y sólo
aparentemente sencillo, el poeta griego Constantino Cavafis habla sobre
la importancia de disfrutar el camino hacia nuestra propia Ítaca
(cualquiera que ésta sea), pues el viaje es mucho más delicioso que la
llegada al destino final.
Los Cíclopes, los Lestrigones y la fiereza del dios Poseidón no
aparecerán en tu camino si mantienes un “pensamiento elevado”, asegura
Cavafis; los peligros sólo surgirán si los llevas dentro, si tu alma los
pone frente a ti. Con estas palabras, el poeta nos recuerda que en
muchas ocasiones son nuestros propios demonios los que nos estorban en
el proceso hacia alcanzar lo que deseamos (de ahí la importancia de
convertirlos en aliados).
El pequeño y deslumbrante consejo
contenido en el poema de Cavafis, uno con enormes implicaciones
ontológicas, bien podría llevarse a los procesos más sencillos y
cotidianos de nuestra vida con resultados sorprendentes e iluminadores;
una práctica de esta naturaleza, como filosofía de vida, también podría
relacionarse de manera profunda con la meditación, con el trabajo de
mantener nuestra mente en el tiempo presente.