El
ensayista Rob Riemen advierte de los peligros contemporáneos y propone
algunas recetas para superarlos: la cultura y la nobleza de espíritu.
La democracia nunca puede darse por sentada, como tampoco nuestra salud. Hay que trabajar en ella.
Bruselas nunca aceptará una Cataluña independiente por varias y buenas
razones, entre ellas, que se arrepienten de lo que pasó en Yugoslavia.
No podemos organizar una Unión de 26 países, así que nunca funcionaría
una con 60. La diversidad es el problema y la riqueza de Europa, pero si
esto se convierte en algo tribal será un veneno. Creo que mientras
sigamos cultivando el Estado-nación como el modelo final, la UE seguirá
destruyéndose.
La idea de cultivar lo mejor de las personas siempre ha sido
responsabilidad de los poetas, de los filósofos, de los escribas, y el
mundo del poder siempre ha tenido un problema con esto. Hoy en día las
élites no están interesadas en cambiar la sociedad porque, si lo hacen,
perderán su posición dominante inmediatamente. Lo mismo pasa en el
sistema educativo, con una clase académica que se ha vuelto estúpida e
incompetente. La clase política no está interesada en nosotros, las
élites empresariales tampoco. Solo les importa que votes por ellos, que
compres sus cosas y que te apuntes a su programa académico porque así
pueden ganar dinero contigo. Las mejores mentes de nuestra generación
están por ahí, pero la mayor parte del tiempo se encuentran aisladas,
escribiendo libros que no van a ser publicados o poesía que nadie leerá.
Se tienen que organizar de nuevo.