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miércoles, 30 de diciembre de 2020

Cuando fui Suetonio. IV . Caminando por Lisboa, recordando y pensando.

 

    PASEANDO POR LISBOA Y RECORDANDO LAS CONVERSACIONES CON COSME  Y LA EXPULSION DEL SEMINARIO DE CAMBADOS. 

  En capítulos anteriores.    I, II, III

                                                                                                                                             Lisboa 2016

                                                                                                                                         Cambados 1974.

 Hoy he ido hasta la Rua do Alecrím, me he parado delante del lugar donde estaba el hotel Braganza. Me imaginé su noble entrada  y me pareció ver a Pimenta recibiendo a los huéspedes españoles que huían de la guerra civil, y que venían a instalarse y a ser compañeros de estancias de Ricardo Reis. Se les veía gentes de posición alta  que escapaban de las hordas rojas que en esos momentos estaban dominando las capitales extremeñas. Sé que en cualquier momento va a salir  Ricardo Reis, con su paraguas en mano,su gabardina, sus gafas,  su aspecto de señor tradicional bien situado  que va  a dar un paseo,  o quién sabe hasta adonde irá. ¿Se irá a reunir con Celia, quedaría con Pessoa, irá dar una vuelta sin más por si ve a la "menina" del hotel de la que está enamorado?. 

Me senté en la terraza de pequeño café  y lentamente desplazo mi vista al solar en que veo en mi imaginario  el hotel Braganza y pienso en Reis y en mi. Dos historias que no tienen nada que ver. No sé como fue la infancia y juventud, que nunca existió, de Reis.Sólo Pessoa podría saberlo.  Saramago no nos dice nada, pero me hago la idea de que alguién que estudió medicina, tenía una cultura clásica amplia, era partidario del regreso de la monarquía y era el representante del tradicionalismo portugues de Pessoa, habrá tenido una buena cuna y estudiado en buenos colegios. Sería el hijo de una clase social muy acomodada en una época en que las distancias entre ricos y pobres eran muy grandes. Sin duda nuestros orígenes y nuestras  infancias fueron diferentes. Pensaba que no envidiaba en nada su infancia, porque la mía fue feliz. Creo que la mayor parte de la felicidad la lleva uno dentro, de serie, da igual donde vivas y como vivas, la felicidad es otra cosa. No obstante la vida está hecha de experiencias que nos van haciendo personas. Tiene que existir el amargo para saber y valorar lo que es el dulce. Sólo tengo tendencia a recordarme de las cosas felices de la infancia, trato de olvidar los pequeños malos tratos que todos hemos tenido. Me gusta recordar los días y los momentos gloriosos y las experiéncias positivas, dicho lo cual, tengo que reconocer que hubo una que me marcó más que otras. Aquél momento tan duro, o si quieres llamarlo traumático no me es fácil olvidarlo aunque si ya está superado, evidentemente. Aquél momento me marcó nuevos caminos y me abrió nuevas puertas y creo que  si pasó es que tenía que pasar, que mi vida se estaba escribiendo y que no la dirigía yo, si no las circunstancias. Fue cuando me expulsaron del colegio.

Me traslado a Cambados, al colegio, veo a Cosme y me veo a mi en aquél día tan triste e inesperado. Estamos en 1974 en Octubre el curso empezando casi y el año agonizando casi. El mundo está convulso, pero más convulso está el mundo religioso en el que vivíamos. Una nueva época se presentía y aunque parecíamos ajenos a todo lo que pasaba, metidos en nuestro deporte, nuestras actividades, los estudios y los rezos diarios, nos estaba penetranado algo del aire de libertad, de cambios sociales y de costumbres que andaban sueltos por una España que ya funcionaba a dos velocidades. Franco aguantaba al lado de la gerontocracia conservadora, la Iglesia estaba revolucionada, la moda, las costumbres emepezaban a ser diferentes, el mundo empezaba a cambiar a marchas forzadas. Nuestros profesores estaban dividos en dos mundos y formas de pensar muy evidentes y eso nos llegaba por mucho que se tratara de disimular. En Portugal ha habido una revolución militar y comunista, a Nixon lo largan de la Casa Blanca por el Watergate, muere Perón, sólo hacia un año del asesinato de Carrero Blanco, la calle está llena de sindicalistas y huelgas, Abba nos transformó a todos  en Eurovisión con Waterloo con un nuevo estilo de música y de vestimenta que nos dejaba embelesados. Se oye hablar de una película “El padrino” y de un policía Serpico, Al Pacino. Los curas unos andan con sotanas otros de paisano, unos te explican la historia hablandote de burguesía, lucha de clases, cambios sociales y otros te explican el arte y la literatura con censura. Incluso algunos dicen misas clandestinas de paisano e invitan a algunos alumnos a asistir. Después me daría cuenta que lo nuestro no era nada para lo que se estaba cociendo en la calle.

 Todo esto, sin duda, me afectaría en los hechos que me ocurrirán después. Recuerdo bien aquél día . En Cambados,  en Otoño llovía mucho, era una época de  salir poco al exterior, nuestro tiempo de ocio iba más para la  lectura y juegos de salón.  Echabamos de menos el sol, el balón, las carreras, estar en el campo de futbol o baloncesto, o hablando y chillando en aquellos maravillos momentos de recreo y de tiempo libre en aquel paraiso lleno de verde y viñedos. Lo que podía parecer una época triste no lo era tanto porque la  convivencia con muchos palía la soledad y la tristeza que de otra forma nos ocasionaría aquél tiempo lluvioso y cálido. Las risas y los juegos nos hacían divertirnos y sonreir. Nos adaptabamos a la circunstancia y  nos reinvetabamos con otra forma de jugar y de divertirnos. Nunca parecía que estuviesemos tristes.

Los miércoles por la tarde se rompía un poco la rutina semanal. Saliamos en grupos a dar un paseo por las cercanías de campos y aldeas y en alguna ocasión a la villa. Teníamos la tarde de los miércoles medio  libre, porque allí el concepto de libertad  no estaba muy claro, todo estaba controlado y en grupo, lo individual no estaba bien visto, por no decir prohibido, lo nuestro era el rebaño. Pero de todas formas aquello era una actividad distinta, especial, que nos hacia sentir algo libres e infantiles. Aquél miércoles de finales de octubre como todos , tocaba paseo,  y por suerte no llovía. Don Antonio, el salesiano asistente de mi curso,  se me acercó y me dijo que por la tarde cuando todos saliesen de paseo que me quedase y  que  tenía que ir a hablar con el señor director a su despacho. No me dijo el motivo, y como es lógico apareció una turbación en mí, por lo excepcional de la situación y la incertidumbre que todo aquello me creaba. Cuando todos se fueron de paseo me quedé sentado en el banco fuera de mi  clase, en el paseo porticado del colegio mirando los viñedos cercanos, el pequeño valle con sus verdes prados y un poco más a lo lejos el pequeño monte de pinos que marcaban el horizonte y que sólo sabía que trás estaba un pueblo llamado Barrantes. Allí estuve un buen rato hasta que acercándose la hora fijada me fui dirigiendo hacia el despacho del director. Iba despacio y las piernas parecían estar flojas. Cuando me iba acercando vi a cuatro alumnos más que merodeaban por allí y al ver sus caras mi intuición me daba que estabamos todos en el mismo tren. Mi sorpresa fue que ví  ya encubriendo el pasillo a Cosme. Creo que él me vió, pero hizo por no verme, sin duda no era buen momento para él. Mi preocupación en ese momento aumentó y veía que algo se estaba precipitando o rompiendo en mi mundo adolescente. No obstante avancé de prisa y le alcancé, y me dirigí a él,

-        ¿Vas a ver al director también?   Le pregunté de forma directa. 

-        Si, me han dicho que a las seis suba a su despacho. ¿sabes algo?. Me dijo.

-        Ni idea, bueno esperemos que sea para algo bueno.

martes, 8 de octubre de 2019

Cuando fui Suetonio. III. El reencuentro y los recuerdos que vuelven.

    Escrever é esquecer. A literatura é a forma mais divertida de olvidar a vida      (Fernando Pessoa)

Capítulo I, Capítulo II. 


EL REENCUENTRO Y LOS RECUERDOS QUE VUELVEN.
                                                                                                                  Madrid 1995
                                                                       Cambados 1970
Nunca he  olvidado aquél instante del encuentro con Cosme en Madrid. La vida tiene  infinidad de momentos vulgares o corrientes, pero de los que no dejamos ni medio recuerdo. Nuestro cerebro está continuamente eliminando,   de su memoria, información banal o de poca importancia para ahorrar espacio, como un disco duro. Trata con ello de dar supervivencia y valor  a aquellos aspectos e informaciones que nuestras emociones  valoran como importantes. Recibe la señal de guardar aquello que nos ha impresionado o cautivado. A la vez como no sabe la cantidad de información que pudiera venir, deja siempre un hueco de espacio para guardar aquello que de repente le ordenemos seleccionar. Es un simil vulgar de como puede que sea su actuación en cuanto a las cosas intrascendentes diarias y otras que dejan marca y recuerdo.  Como dice el fado: “ as coisas vulgares que há na vida não causam saudades”. Por el contrario   hay ciertos momentos que nos quedan para siempre grabados, y se convierten en duraderos. Momentos cortos o largos, que atraen nuestro foco y los selecciona del resto. Momentos como muy cinematográficos. Instantáneas que no sabemos porqué se quedan ahí en una parte profunda de nuestro cerebro y que de vez en cuando salen a refrescarse a la luz y eso hace que aunque pasen los años las recordemos .  Sin duda,  los momentos más marcantes que  recordamos,  en su  mayoría son de la infancia y la adolescencia por la capacidad de novedad y asombro que  en esa época vivimos a cada paso. Aquél instante del encuentro con Cosme significaba rememorar el pasado, volver atrás en la vida, y a la vez el miedo y la novedad de una nueva aventura que se me ponía delante. Todo  lo sintetizo como si fuera la escena de un filme que se estaba rodando en ese momento. Como si se tratara  de un  Bogart en Casablanca  que se despide de su exnovia, Ingrid Bergman, con su gabardina,  pitillo en la boca,  y al fondo, niebla, ruido de hélices y la figura eterna del morro altivo de aquella avioneta de la II Gran Guerra. Siempre nos quedará París. En mi caso, pienso ahora, sería  más adecuado el dicho de  “por lo menos nos queda Portugal”, que  se decía hace años  en Galicia, aunque  nunca supe muy bien con que sentido lo decían, o que querían decir. Parece de esas frases que no quieren decir nada pero que son como un comodín al que cada  uno le da su toque personal. Bueno para eso  somos gallegos, que cada uno interprete. Para mi caso,  en todo lo que os contaré ,  preferiría decir   algo así como " siempre nos quedará Lisboa".
Aquél encuentro fué como una foto fija que encuentras en tu vida y a la que das mucha importancia. Es como un momento importante que a veces la vida nos ofrece, como para pararnos ante la voragine de escenas que vivimos. Aunque tuve en mi vida, muchas  fotos fijas para destacar, especialmente como recuerdos más próximos los cinco años en los que fuí espía y trabajador de "Convento". Fueron cinco años intensos de novedades; de  sentir miedo y vértigo; años para  conocer y tratar a mucha gente, saber mucho acerca de mucha gente sin que ellos supiesen o sospechasen  lo que yo sabia; tratar de buscar el punto bueno de la gente para sacarle información aún a sabiendas de que le estabas engañanado. Era una canallada.  Cada día el trabajo era una sorpresa,  que  venía del cielo o del centro de la organización, da igual. No valía la pena que te programaras, el programa te venía hecho  en forma de novedad diaria. Que si hay que ir allá investigar a tal persona, mandar noticias e informes etc. Yo, estaba allí, colocado como un eslabón muy pequeño y me dejaba ir. El mundo de los servicios secretos engancha y es apasionante. Hace que sientas poder. Los hombres  sentimos poder  cuando creemos que sabemos más de lo que otros saben, que manejamos otros códigos, que somos especiales. No nos damos cuenta que tampoco tenemos ese poder que nos creemos. En realidad todos somos utilizados, unos por otros, sin saberlo. Las organizaciones son otra cosa y llevan su camino independientemente de quien este en ellas. Muy a menudo el trabajo nos hace pensar que pertenecemos a la organización como un todo, que sin nosotros no funcionaria el sistema. Es falso totalmente. Si, pero sin duda, sin en ese engaño de creernos espíritu y parte de la organización sin esa pasión, ese celo en el trabajo, y el sentirse llamado para realizar una misión especial no funcionaria la organización. Esa locura personal que no tiene límite de horas y que hace dedicar una vida entera a una idea es  lo que mantiene a los grandes servicios secretos activos y con éxito. Llámese Cia, Cni, o Mosad, todos viven, aparte de estar más o menos estructurados para conseguir la eficacia, sin esa parte espiritual y vocacional del factor humano de las personas concretas que mueven aquello, los resultados no serían lo mismo.   La organización se lucra y el individuo lo sabe pero necesita realizarse en aquello que le gusta y considera de alto valor. Son individuos que se realizan en  una labor oscura  que ellos ven recompensada con una satisfacción interior de estar sirviendo a una causa noble. Aveces no son sólo ideales, sino simplemente o  porque les gusta la aventura o porque es la única forma de  poder ser actores de hechos  importantes  que de otra forma nunca vivirían. Me estoy acordado de Carrie y Saúl en Homeland la serie  que retrata el mundo interior y funcionamiento de la CIA Y  que  nos traslada al mundo del agente que trabaja en ese mundo que parece más de  ensueño que de realidad.
Yo no era Carrie Matison, como es obvio ni nadie existió que fuese  como ella era,  ni  tampoco era Saúl Berenson; ni nuestro trabajo, ni Organización ni Convento, era tan intenso como el de ellos.Nada que ver con ellos que se recorrieron el mundo   trabajando en la Agencia. Mi trabajo era más vulgar y pacífico y nuestra agencia no era la Cía, era algo difícil de explicar como ya dije. Más de escucha y  más administrativo que operativo. 
Yo estaba allí porque Cosme, Serpico en la Organización me había captado. Me había captado porque me había conocido y juntos habíamos recorrido una etapa inolvidable de nuestra vida.
Estos  años habían pasado como si nada. Pero cuantas diferentes cosas habíamos  vivido aquellos felices e íntimos amigos de nuestra época en Colegio Salesiano de Cambados, como alumnos seminaristas. En nuestras vidas pasaron muchas cosas, fueron intensas y muy diferentes,  pero aquel sustrato adquirido juntos  nunca sale de la memoria, no se olvida,queda marcado, aunque no te des cuenta, en el fondo de tu forma de ser. Sólo lo comprenden los que han tenido la misma vivencia. Unido a eso la amistad adolescente había creado en su memoria  un vínculo inmortal , que no necesitaba explicaciones ni palabras. En estos años se habían añorado y sentido, sin verse ni saber el uno del otro. Sólo hacia falta una pequeña chispa para retornar al inicio y que el cerebro abriese la caja de pandora de los recuerdos de la época, guardados como oro en paño en un lugar preferente.  Sólo fueron  tres años de sus vidas,pero que años. De los 14 a los 17 todo lo que pasa deja  una marca indeleble, un vínculo vital .  Son años donde se decide un poco la personalidad de cada uno. Ellos eso lo vivieron juntos.   Unos años burbujeantes dentro de la Iglesia católica y en la sociedad española. Desde 1970 a 1974, pasaron en España muchas cosas y se estaba tramando un cambio social y político histórico.

jueves, 25 de abril de 2019

Cuando fuí Suetonio. II

Aquí unos extractos de unos escritos sin editar llamados : "Cuando fui Suetonio". Historia de alguien , célibe y agente secreto de una Organización mundial , muy célibe y muy secreta, ligada a intereses muy vaticanistas.


Capitulo I, Capítulo III

                                                           Lisboa, Febrero 2016

           "Aquí acaba o mar e principia a terra". Cuando Ricardo Reis llegó de Brasil, según nos cuenta Saramago, en un vapor inglés que atraca en el "cais de Alcântara", el cielo lanzaba generosamente calderos de agua en forma de lluvia sobre Lisboa.
   Estoy  sentado en  un banco en el "cais" de Alcântara, na "marginal" lisboeta. Estoy  sentado, dejando vagar mi mente, y dejándome  acariciar por un  sol mañanero  del mes de febrero. Aquí estoy  mirando el Tajo  y el puente "do vintecinco de abril" y más allá en la lejanía  veo  el gran puente "el Vasco da Gama". Los barcos  medianos de pasaje y  "os cacilleiros" cruzan de un lado para otro las dos orillas del Tajo. 
Me llamo Suetonio. Ahora tengo  la imaginación  puesta allá en el 1936, cuando un día cualquiera  llega Ricardo Reis a  Lisboa, para despedirse, abrazar la ciudad  y morir ese mismo año, se puede decir que fue "o ano da morte de Ricardo Reis".  Ricardo Reis nunca existió, fue una creación de Pessoa, pero tampoco estoy  seguro ya sobre si existió o  no Suetonio , si es una creación de mi  mismo, una ficción o realmente soy yo. Mi  vida está  de recuento, ando  preguntándome porqués y las dudas me invaden. Por eso sólo quiero contar, hablar, aunque no sepa a quién. Me encuentro aquí en Lisboa y me veo vacio. No tengo a nadie a mi lado, me toca iniciar una nueva vida.  
      Estoy aquí en Lisboa,  intentando pasar desapercibido y mejor que nadie me reconozca, pero por otro lado hay otro yo en mi que parece no preocuparle el peligro  porque mi mente está ahora sólo  reciclando y recordando  los intensos  recuerdos de   los últimos quince  intensos años. Años en que no era yo,   o yo era realmente él. Los años que viví como o con o siendo Suetonio. Hay  quien quiere que desaparezca, lo presiento. Por eso estoy aquí y quiero recordarme de Ricardo Reis que vino a su Lisboa a morir. Soy consciente de que también puede ser " o ano da morte de Suetonio", por eso quiero estar aquí . Pero mientras tanto, como fué para Reis,  Lisboa es ahora  mi   madre y  mi   patria, la que me acaricia y me  esconde y  yo trato de corresponderle,   abrazándola todos los días y recorriéndola  como si fuese el último día de mi   vida. No  sé  cuando acabará todo esto, mientras disfruto  de esta  "menina e moça", y de esta "cidade a ponto luz bordada". Voy poco a poco recorriendo las calles  por donde iba y venía Ricardo Reis. Salgo del hotel Bragança, hoy  ya unso muros cubiertos de maleza y apenas reconocible, bajo por la Rua do Alecrim, subo, recorro A Baixa, otro día salgo desde el Cais do Sodré, subo hasta Alfama, voy a ver si está Pessoa na Brasileira, me siento no Terreiro do Paço, una visita O Rossio, tomo el sol temprano  en la Praza da Figueira como aquellos mozos gallegos de la época de Reis. Voy y vengo, vuelvo a pasar por el Bragança y miró detrás de las piedras destruidas por si anda por allí  O pimenta atendiendo en la recepción, o si me cruzo con Lidia,  la amante, por la rua do Alecrím. Así van pasando los días y los recuerdos.
     Suetonio es el nombre que elegí   cuando me admitieron como agente operativo en la organización secreta Convento. Nadie en la organización sabía mi nombre ni mi apellido, ni yo tampoco el de nadie. De mi sólo sabían este nombre latino y una identidad nueva.  Que nadie sabia mi antiguo nombre y mi vida, tampoco es exacto. Si existía una persona muy importante en  Convento que si sabia mi nombre y mi vida. Él fue quién me captó y me involucró en esta locura de vida, él era conocido en  Convento como  Serpico. Yo lo había conocido como Cosme Danoz Freijedo. Nuestras vidas habían estado juntas  de estudiantes en el seminario salesiano de Cambados, allá en plenas Rias Baixas gallegas, donde Dios en la creación del mundo se dio un pequeño homenaje para hacerlas un paraíso de clima y belleza. 
Después de que nos separamos, al terminar el bachillerato,  cada uno optó por un camino diferente en la vida, no nos volvimos a ver hasta veinticinco años más tarde cuando las circunstancias trajeron a mi vida otra vez a Cosme Danoz Freijedo, Serpico. 
Serpico ha muerto, o lo han matado. Miro al horizonte y me parece verlo. Nunca podré demostrar que lo mataron , sólo llorar su pérdida y su amistad. Aquí acariciado por el sol mañanero de este febrero de Lisboa, me protejo del viento del Norte, miro al cielo, al Tajo y el mar al fondo y viene a mi mente como empezó todo, como fue aquél encuentro en  Madrid después de veintinco años que no nos veíamos .
  Recuerdo era el año 1995, hoy ya estamos en 2016.  Como pasa el tiempo. El día estaba gris en Madrid,  el cielo parecía ceniza  y la  temperatura  era suave, estamos  ya en primavera pero parece  Otoño. Ya no hace frío . La estación de autobuses se esconde detrás de una gran cúpula acristalada. A las nueve  de la  tarde-noche, por fin bajo  del autobús  y después de cinco horas de transitar por la seca Castilla y dejar su Galicia llego a la capital. Mi punto de partida había sido Ourense. Por cierto allí fue como inicié mi actividad como miembro de Convento, aunque para hablar de Ourense en Convento se hablaba de Serenou, nombre en clave de la ciudad. Aún recuerdo algún informe importante que me llegaba recientemente y que se encabezaba así "Malagrida desde Serenou:   los niños cantan y mamá está de compras. ".     
 Convento a "grosso modo", sin entrar en detalles y para centrarnos,  era la férrea, cerrada organización secreta que tenía como objetivo conseguir información de cualquier tipo, a través de gentes captadas, compradas, convencidas etc. que pasaban por varias entregas con medidas de seguridad y que finalmente llegaba filtrada en muchos casos a unos analistas , especialistas, y que estaban  en  Vaticano. Allí  en algún lugar secreto, reclasificaban, estudiaban, destruían , resumían y daban informes de ella.  Estaba por todo el mundo y le interesaban datos e información de todo tipo pero especialmente la  que podíamos  considerar  irrelevante pero ponía bien de manifiesto el pensar de una zona, del pueblo en general etc. Después no sabemos ya para quién iba esa información, su dueño era el Vaticano de momento que  siguiendo la tradición secular de la Iglesia era necesario poseer mucha información para seguir siendo la luz del mundo. No fue de otra manera como la  Iglesia Católica o mejor el Vaticano estado que   se mantuvo desde Imperio armado hasta  "influecer" de todos los siglos en la urbe mundana. Los tiempos han cambiado mucho desde los el Vaticano armado, desde los Estado Pontificios y el Ejército del Papa, desde los Borgias a Pio XII. Hoy, en  estos tiempos el laicismo, la secularización del poder y de las Instituciones, el poco uso del Sacramento de la confesión han hecho mermar la información que daba el pulso social e íntimo de la sociedad y que el Vaticano gestionaba con la prudencia y el sentido vaticanista de las cosas. Hay que adaptarse a los nuevos tiempos, es preciso reinventarse, porque  la pérdida de información es la pérdida  y esencia de ser del Vaticano. Los informadores de Convento son formados en los ámbitos eclesiásticos, normalmente, pero se utiliza personal de todo tipo.Puede haber, hay, desde una prostituta a un general, a un banquero, a un funcionario sencillo y anodino, hasta el  Guardia civil de un pueblo perdido de Asturias o León.  Nadie sabe quien es nadie. La organización es perfecta,  casi perfecta y los trasvases de información muy clásicos pero muy eficaces. No prima la inmediatez ni la rapidez en el trabajo de Convento, es más importante la discreción y la eficacia. El Vaticano se mueve con mesura y tranquilidad en un álo de reflexión continua. Así parece que funciona Convento. 
Cuando me bajo en Madrid, estoy a punto de  formar parte de  Convento. Cosme, Serpico, tendrá que prepararme y gestionar mi entrada  en un  nivel de información  intermedio-alto como hombre de confianza. Atrás en Serenou queda un año de mis primeros contactos con Convento, pruebas que me hicieron y mis pequeños trabajos de   informador en una pequeña ciudad de provincias.    Ahora ya estoy a punto de ser  un miembro más de Convento y  ya estoy familiarizado  con mi nuevo nombre,   Suetonio.
…. ( continuará)
  .-       

sábado, 6 de abril de 2019

Cuando fui Suetonio. I

Escrever é esquecer. A literatura é a forma mais divertida de olvidar a vida (Fernando Pessoa)



Aquí unos extractos de   unos escritos sin editar llamados :  "Cuando fui Suetonio". Historia de alguien,célibe y agente secreto  de una Organización mundial, muy célibe y muy secreta, ligada a intereses muy vaticanistas. 

 Capítulo II.   Capítulo III.

 Introito 
León . Abril 2017
    Un día recibí un email  sorpresivo. Un antiguo amigo, me escribía y me mandaba un archivo con unos escritos que narran hechos personales , titulados  "Cuando fui Suetonio". Quien me remitía esto era mi amigo de la infancia y de internado, en el seminario salesiano  de  Cambados,  Carlo Andai Amodo. Nos habíamos conocido y convivido en  Cambados con los padres Salesianos. Aquellos años oscuros y de despertares sociales y cambios  que eran la década de los setenta nos dejó marcados más allá de lo mucho que nos aporto a la vida. Sea como fuera, había sido nuestra vida y era la mejor del mundo. Allí en Cambados, a medida que  el tiempo nos iba haciendo mozos nos fuimos desgajando unos de otros,  por vicisitudes varias que iban surgiendo. Nosotros tampoco controlabamos ni teníamos medianamente programados nuestros futuros. Cada uno era de una zona de Galicia, de Asturias y León. Personal vario, predominantemente rural, de familias de origen pobre como el ochenta por ciento de la población de la época, pero que empezaba a emerger social y económicamente. Nosotros eramos la divisa,  en muchos casos de sagas familiares, que por primera vez en su historia tenían a alguno de los suyos, dedicado al estudio y no ya al trabajo de supervivencia. Como es lógico fuimos  perdiendo  el contacto a medida que iban saliendo otros horizontes, incluidos los de continuar desarrollando  la vida  eclesiástica, que en principio era el fin para el que estabamos allí, se suponía.
      El email que pongo a continuación fue  en principio  una sorpresa y  la vez  un reto   reto de emociones y aventura. Orgulloso por un lado  de que me hubiera elegido a mi para comunicar lo que quería decir. Por otro lado pensaba que tal vez me estaba utilizando y que fui lo más fácil que  encontró casualmente para contactar con alguien de la infancia, que eso mismo se lo podía haber ofrecido a otros. El caso es que con todo lo que vivió tantos años después de dejar de vernos, veinticinco concretamente, me resultaba raro  que no hubiese tenido otro contacto de confianza en su vida para depositar y hacer públicos estos escritos que parecían unas memorias. No lo pensé más, y me situé en la parte romántica de la situación, o sea quise ver que tenía que responder a un  potencial que llevaba dentro y que me habían impuesto en mi educación del colegio, y la lealtad a   las amistades  indelebles de la infancia,  que formaba parte de la educación recibida,buena y exclusiva que de  aquellos años. Educación  que parecía nos marcaba a fuego a unos con otros. Me quedé con este pensamiento positivos , y así me expresaba los suyos Carlo, por eso estoy publicando esto.

 De Carlo Andai Amodo para Manuel.  
Querido  Manuel, tal vez te sorprendas al recibir este email y el archivo adjunto. Primero saludarte, fuimos compañeros en nuestra infancia-adolescencia en el seminario en Cambados. Hace muchos años que no sabemos nada el uno del otro, pero facilidades que da la vida, por medio de las redes sociales he sabido de ti, un mundo nuevo de encuentros  que nunca imaginaríamos, nos permiten volver a retomar nuestras vidas.  No me he atrevido a ponerme en contacto contigo por razones que tal vez más tarde comprenderás, pero sé más o menos de tu vida, de tus pensamientos y tus inquietudes. Una vez más gracias a las redes, a los algoritmos, a San Google y demás corte celestial de la Internet.  Me alegro de  como te va, y te sigo a diario. 
Las nostalgias de los tiempos pasados son imborrables y nuestra vida tan estrecha en el internado más. Me hace mucha ilusión poder contactar contigo aunque sea tarde y de esta manera. Como ya te dije, te  leo en las redes y también sigo tu blog,  de bloguero aficionado. Esta afición tuya, mi antigua amistad, tu sentido de la lealtad así como tu inquietud por la información es lo que me ha animado o me anima  a darte  estos escritos  que iba a llamar memorias, pero me parecía excesivo y quise titularlo  "Cuando fui Suetonio", que son más o menos parte de lo que ha sido mi vida. Digo parte, porque el resto es interesante como la de tanta gente, pero que no están ahí. Cuando hablo como Suetonio es para dar a conocer que hice con mi vida durante quince  años arrastrado a vivir para una organización secreta muy especial. Dejé un buen puesto de funcionario público, me sumergí en un mundo nuevo, viví el vértigo de una nueva vida arrastrado a ello por nuestro amigo en común Cosme Danoz Freijedo, al que conocimos los dos, y tratamos, en  Cambados.  Nadie me obligó a ello, el riesgo, la aventura y el cambio de  una vida rutinaria y vulgar, y la amistad me empujaron a ello. No me arrepiento, porque siempre me quise a mi mismo con mis errores, pero si daría marcha atrás, si pudiera, pero son tiempos pasados.
Con lo que te mando no  busco popularidad, ni comprometerte. Sólo es necesidad. Necesidad de  que  alguien me escuche, y que con esa información haga lo que quiera.Necesito contarlo. El silencio ahoga y mata, la comunicación nos libera.  Te he elegido para ello a ti y tal vez a todos los que lean esto  algún día, si tu lo ves factible,  contarlo. Me emociona el pensar que aunque sea en futuro alguien me entienda,  y se acuerde de mis experiencias vividas.  Es humano, creo que lo entenderás.
Mi vida, ahora mismo no está segura del todo, corro peligro, tengo certezas de que  puede que en no mucho tiempo desaparezca. Cosme murió, o lo mataron,tal vez nunca lo sabré. No te diré donde estoy ahora y que hago porque  no quiero que otros con aviesas intenciones se enteren. Cuando leas a Suetonio tal vez  comprendas el porqué de mi silencio y me agradecerás que no te comprometa más. El material que te doy también es peligroso para ti, así que depende del peligro que   quieras correr, pero mi intuición me dice que  te va a poder más  la emoción  que la cautela y que algún día lo publicaras y alguien lo leerá  y lo refundirás  y así se sabrán algunas cosas que no se saben. Yo me sentiré contento, si eso ocurre, y siempre se hará más bien publicándolo que tirado en un pozo. 
Querido Manuel, decía Borges, que el silencio es la mayor venganza sobre el otro. Aunque  conozcas sólo tu lo que cuento ya me siento libre, todo menos  el silencio. Tanto secreto, tanto dolor en solitario me ahoga, necesito el aire de los demás, como cualquier humano. Cuando leas mis escritos,  comprenderás que  esas ganas  que tiene  la gente de contarlo todo,  ha sido el objeto del trabajo de Suetonio en estos años.  El enterarme de lo que  sabe y piensa la gente  del día a día ha sido mi trabajo secreto en estos años que te cuento. Me quiero liberar de haber comercializado o trabajado en explotar el sentido noble de ser humano para que sea utilizado por intereses que nunca pude saber cuales eran. Como si quisiera devolver a los demás parte de su intimidad y pedirles perdón.
 ¿Y porqué el nombre de Suetonio?. Supongo te habrás ya preguntado. Suetonio era  el alias por el que me conocían en  el trabajo  de la organización a la que pertenecí y que al leer los escritos entenderás un poco más de que va. Es lógico que sea yo con ese nombre que cuente lo que pasó, cuando me llamaban Suetonio. Pero el nombre no fue de todo al azar, tiene que ver con nuestros recuerdos de estudiantes de bachillerato. A la hora de buscar un nombre me acordé de D. Wenceslao y sus clases de latín. De aquel hombre ilustrado y ya muy moderno, aprendimos mucho,  ¿ Te acuerdas?. Nos hablaban casi en latín, acababa de venir de Roma  de la Universidad. Nos enseñaba a pensar críticamente, nos decía cosas que nunca habíamos oído, nos hacía ver la televisión y los periódicos con pensamiento crítico.  En el fondo  de una manera muy especial nos ponía contra el Régimen. D. Wenceslao era una persona maravillosa, una joya en aquél mundo cerrado, antiguo y pétreo. Una suerte para nosotros. Que recuerdos más maravillosos de aquellas clases y del ambiente que creaba a su alrededor. Era también entrenador de basket, algo que se estaba iniciando aún, pero él ya iba adelantándose a su tiempo. D. Wenceslao una vez nos citó  en clase al historiador y biógrafo romano, Suetonio. Y nos lo  presentó y nos habló de él , pues como el hacía y comunicaba, que al final hacías tuyo para siempre el personaje, su historia. Su nombre completo era Gayo Suetonio Tranquilo y fue un historiador y biógrafo romano durante los imperios de Trajano y Adriano. 
  Querido amigo, termino ya, te agradezco mucho,  el que me recibas esto. Queda en buenas manos. No te esfuerces en contestarme, no será posible, cuando lo vea oportuno me volveré a comunicar contigo y si fuera todavía más posible me gustaría verte en persona y comer, departir  y recordar viejos tiempos. 
Que disfrutes de tu ciudad, León, de la que tanto nos contabas en el colegio y de lo orgulloso que estabas  de ella. Es para mi un mito de ciudad gracias a ti. 
  Un abrazo, querido amigo. 
......