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domingo, 16 de diciembre de 2018

Faladoiro ( Lugar no que se murmura)


<p>Mujeres turcas en una protesta en Istambul en 2011. </p>

 

En El himen y el hiyab. Por qué el mundo árabe necesita una revolución sexual (Capitán Swing), 

 la periodista egipcia Mona Eltahawy disecciona la situación de las mujeres en los países árabes. La enmarca con un primer capítulo titulado “Por qué nos odian” en el que se lee: “El odio islamista hacia las mujeres se ha propagado como el fuego por toda la región y arde con más fuerza que nunca”. A partir de ahí, analiza el hiyab: desde los motivos por los que ahora “hay más mujeres que nunca con velo desde las primeras décadas del siglo XX” hasta las posiciones sobre la cuestión en Europa (“estoy decepcionada con la izquierda europea por no pronunciarse y defender que prohibir el nicab es fundamental para los derechos de la mujer”), pasando por el desmontaje del argumento de la libertad de elección que se esgrime para defender el velo: elegir llevar hiyab es mucho más fácil que quitártelo; defender la libertad de llevarlo en Occidente es hacerlo desde una posición de privilegio y es dañino.



¿Cuándo dejó de ser populista, si es que alguna vez lo ha sido, para hacerse posibilista?

Es una discusión teórica complicada. Lo más grave que ha pasado en España y en Europa es que un cierto marco de normas y de acuerdos se ha roto por el sálvese quien pueda. Para corregirlo hay que reconstruir el demos, hay que volver a pactar y eso no lo hacen sólo los individuos sino la comunidad. Y no se reconstruye sólo con la izquierda sino con mucha otra gente damnificada por esta ley de la selva. Es lo que se necesita para volver a tener un país y no una jungla sometida a los privilegiados. Reconstruir nuestro pueblo se hace con los que piensan como yo y con los que no piensan como yo. Debe haber un equilibrio entre los principios y el pragmatismo. Si sólo tienes pragmatismo puedes acabar dando vueltas en círculo; si sólo tienes principios te puedes convertir en un charlatán, en un fanático. Hay una cierta izquierda que cree que sólo con decir la verdad ya se puede ir a casa. Y no basta con decirla; hay que facilitar las condiciones para que lo que se defiende no sea un brindis al sol sino la posibilidad de una mayoría nueva. Eso, por fuerza, se hace con gente que no piensa como uno.

entrevista a Iñigo Errejón.