Angela Blázquez, llegó a la cafetería el Trasno, en la esquina entre la calle del Paseo y la de la Concordia. Estas calles hace poco se llamaban Jose Antonio Primo de Rivera y Capitán Eloy. En estos años parece que le están cambiando el nombre a algunas de las calles de la ciudad y el personal en general parece desorientado. Si preguntas a la gente por algún sitio , a veces, se confunden para indicarte. Los nombres anteriores existían porque los que mandaban habían ganado una guerra civil, y en el fragor de la victoria llenaron las calles de héroes y mitos de sus más notables ya fueran guereros o no. Vamos lo normal en estos casos. Ahora parece que está todo un poco como más cambiado en ese aspecto, parecemos vivir más en un centro-centrado políticamente hablando. Para demostrar que hemos olvidado aquellos años duros y que lo importante es poder pasear en concordia como buenos ciudadanos le han puesto otros nombres a las calles que soportaban tanta mitología guerrera. Ahora los nombres tienden más al topónimo tradicional o a valores, con afán voluntarista, de buenos deseos, como si estuviesemos hartos, que lo estamos, de tanto personalismo y enaltecimiento de falsos mitos. Todos estos pensamientos iban por la cabeza de Angela al encontrarse con el nombre de calle Concordia, bonito nombre para unos buenos deseos de ciudadanía. Muy interesante el nombre para una calle, era lo que iba pensando Angela a la vez que se topó de repente unos pasos más adelante , con el rótulo del Trasno y debajo unas ajadas letras en metal con ribetes clásicos: Café, chocolate a la taza con churros. Se notaba que las habían mantenido a lo largo de los tiempos para darle al local un aire de solera y tradición. Angela abrió lentamente la puerta de cristal llena de vaho que le daba un aire misterioso al local. Se aponsentó en un lugar discreto de la larga barra, el que le pareció más recogido, más cercano a la entrada. Así trataba de minimizar el tiempo de exposición a que se obligaría de cruzar a lo largo de toda la cafetería. El local del Trasno era acogedor, muy largo y más bien estrecho, lo que le daba un cierto ambiente de intimidad entre los presentes. Decoración clásica, toda de madera excepto las elegantes mesas de blanco mármol secular y estructura sobria de forjado de hierro color negro. Una estrecha puerta con cristalera en lo alto era su única unión con el exterior lo que le daba también un aire de intimidad. Las mesas llenas de gente y el humo de tabaco deslizándose por la estancia daban al entrar un contraste caluroso y acogedor con respecto al día triste de lluvia fría y fina que cubría la ciudad. Los habituales del lugar, ocupan la mayoría de filas de mesas de mármol blanco y sillas clásicas, redondas y color castaño, tal como si un café elegante de principios de siglo se tratara. Aquel templo de adoración de la palabra o, en su caso, o del chascarrillo diario era todo de madera. De madera el suelo, las paredes y el techo recubiertos con unas maderas finas de color barniz oscuro. No era muy luminoso, más bien una luz tenue llenaba la estancia. Los mejores sitios, aquellos con mejor visión del conjunto del local, estaban casi siempre ocupados, hoy también. Había sitios magníficos, desde los cuales casi sin esfuerzo se controlaba muy bien el panorama.Fulano y Señora, mengano, la señora tal, la señorita equis. Vaya pinta el menda ese, parece que a aquél le debe ir. Y que me dices de la señora de Méndez, cada día está más conservada......
El Trasno, a ests horas, las siete de la tarde, de un invernal sábado, está lleno de urbanitas provincianos ociosos, que tenían entre sus principales obligaciones el vestirse como Dios manda, acompañados de esposa o marido salir a pasear discretamente por las principales calles de la ciudad, saludar, darse a ver y acabar en un lugar concurrido como este. Aquí se podía conseguir el summum del curioso-paseante discreto que no era otra cosa que conseguir una buena conversación con otros como él, a la par que conseguía enterarse de lo que se cocia en la ciudad , como se suele decir. El Trasno era un local de moda en estos momentos, por aquí de una forma u otra pasaba todo quisqui. Era muy buen sitio para matar el tiempo ya fuese hablando, escuchando y sobre todo mirando para un lado y otro sin dejar la noble tarea de desmenuzar o despiezar a cuanto personaje allí presente podían. Que guapa aparece fulana; fulano está en decadencia desde que se separó, anda el amigo de tu cuñado que pinta etc. A un tiempo se repartían saludos con las manos a los situados más lejos, sonrisas a los cercanos, miradas complacientes o hipócritas a los más cercanos, pequeñas frases a un conocido o a los camareros con el ánimo de ser escuchado y caer simpático. Todo creaba un halo de familiaridad y mundo cerrado. Parecía que todo el mundo conocía a todo el mundo y cuando alguien novedoso aparecía por aquellas estancias sufría, sin saberlo, una disección total que incluso llegaba a la introspección espiritual del intruso o intrusa. Aquello era, fundamentalmente, un templo de curiosos, pequeños burgueses, de una pequeña ciudad mezclados los que lo eran con los que aparentaban serlo. Unos y otros se necesitaban, para admirarse mutuamente y compararse. Todos hambrientos de conversación, huérfanos de un comentario, ávidos de informaciones y chascarrillos. Todos buscaban algo de murmuración que les diese un poco de capital para ir a otro lugar y poder esparcir nuevas murmuraciones o simples informaciones. Esto de tener material les hacía un poco importantes, ya que si sólo hablas del tiempo o de vaguedades se te acaba el "charme" y esa seducción necesaria para ser escuchado por las variopintas bandas o cuadrillas . Si quieres demostrar que eres alguien tienes que hacer ver que te codeas con otros "alguien". Sería como el flujo circular del boca a boca informativo del vecindario. Quien no cuenta nada es porque no se entera de nada, y si no cuenta es que no tiene quien le cuente nada, o sea que no tiene contactos influyentes que muevan hilos en esta ciudad y te pongan al día. Hoy por ti mañana por mi, quid pro quo, un intercambio de novedades como si se tratase de un intercambio comercial. Es muy importante saber quién mueve los hilos realmente en la ciudad, aunque aquí utilizan más la palabra palillos. Cuestión de terminología local , simplemente.
A la gente que andaba por el Trasno no sólo le movía el afán de oír y hablar, también era muy buen sitio para la exposición personal. La gente de la pequeña ciudad, nos referimos a esa gente entre burguesa y que no lo es, descendientes de "fidalgos" antiguos y antiguos rentistas decimonónicos, nuevos ricos. A todos les
gusta salir, mirarse y ser vistos. Es como pasar y que te pasen el escaner social que es imprescindible para estar. Lo que te marca el baremo de tu nivel social, de como va tu vida es compararse con los otros. Mirar la cara del adinerado
de siempre que vive de rentas; del que tuvo un negocio, del retirado funcionario y que por encima debe ser rico porque tiene unos viñedos cerca de aquí; la mujer del abogado joven, la apariencia de la viuda del militar, el empleado de banca orondo y que parece tan bien situado, etc. Sus caras, sus ropas, los poros de su piel,
te van a decir como anda la vida en
general, como piensan, como se sienten. Si no ves todo esto , no te enteras de
nada, no tienes conciencia de la pulsión de como están las élites de esta pequeña ciudad de provincia. Dicen que a los caballos lo que mas
les gusta es beber agua y pasar mucho tiempo mirando a otros caballos. Lo que les "mola" es estar quietos de pie mirándose y descansar. Que humanos son los caballos. El caso es que al lado de estas camadas tan visibles y exuberantes se escondía también gentes de toda índole pero de aparente buena presencia. Prostitutas de cierto nivel, policías, viajantes de negocios varios, nuevos ricos de negocios de dudosa reputación y hasta espías, como veremos. Aunque la palabra espía es tan polisémica que se le podría aplicar a casi todos los que pasan por aquí. En nuestro caso tomando el significado más restricto lo aplicaremos a personajes que traen y llevan información sobre algún asunto y se creen ellos mismos espías en plan profesional, aunque suene pedante.
Todo este relato , que parece tan largo, pasó como un flash por el cerebro de Angela en el poco tiempo que le llevo entrar y apoyarse discretamente en la esquina de la barra. Pidió un café, se aflojo el fular que rodaba su cuello, desabotonó la chaqueta, con discreción, lentamente hasta poner a la vista un fino jersey gris de lana suave que comprimía dos potentes tetas que se adivinaban turgentes. Se miró , se vió enfrente en el gran espejo y retiró la mirada que se ofrecía de si misma, no le apetecía mirarse en esos momentos. Era guapa, lo era sin más, sin alardes añadidos. Eso le hacía estar muy segura de su belleza y de si mismo. Alta, cuerpo de complexión fuerte, atlética, cara relajada y risueña; ojos grandes, vivos y penetrantes, sus rasgos eran aceptados y mirados por todos como un buen regalo de la naturaleza. Transmitía confianza y vitalidad. Con una sola mirada parecía que la veías toda, no era un rostro complicado que hubiera que mirar varias veces. Estilizaba su figura con una falda apretada hasta la rodilla,, que marcaba un culo ancho y atrayente, combinada con unas botas altas de cuero negro. Elegancia a la vez que informalidad. Vitalidad, rebeldía y juventud se desprendía de ellla. Eran cuarenta años preciosos, que parecían haberse parado en aquella imagen amazónica.
Pese a su seguridad y su apariencia de tranquilidad , sólo era una pose, su corazón latía a mil, estaba inquieta y no sabría decir ni que cara tenía el barman que le atendió. Su mente estaba concentrada en otra cosa. Parecía flotar, y su mayor preocupación era que no se notase que aquel cuerpo temblaba y sudaba. Parecía depender de algo que ,nadie seguramente, podía percibir. Por encima de los nervios por la misión que le esperaba, este local asemejaba ser un antro de espías de las novelas de Le Carré.
.- Que me parta un rayo si no parece que en vez de estar en Serenou, estoy en Berlín. Será deformación profesional. Se decía ella para sus adentros, intentando animarse.
Su contacto le había dicho que este era un buen lugar para pasar desapercibido y contactar con su enlace, pero ya llevaba cinco minutos y no parecía estar tan de acuerdo en que fuera tan buen lugar y menos desapercibido. Notaba que veinte mil ojos la estaban escudriñando, y eso una espía lo nota.
.- Para eso una, es una espía, digo yo.- Se dijo a si misma, con sorna, para darse un poco de humo.
La verdad es que el cuerpo le pedía salir huyendo de allí, esto parecía más una misa de doce en la catedral, al ver lo pendientes que estaban las señoras y los señores unos de otros.
.- Esto es todo menos un lugar de divertimento, pensaba para si misma.
.- Es lo que tiene estar sola en un sitio.Pensó, que no haces más que hablar contigo mismo y lo peor es que crees que todos te están mirando a ti. Un poco paranoica la situación.
En la ciudad hace frío. El aire del norte viene cargado de humedad. La niebla hace adusta esta ciudad en el final del otoño y el primer invierno. Es una cueva fría, con ese aire gélido que se se mete dentro del cuerpo, y que lo cubre todo. El cielo parece cargado de cemento, esparrama por doquier humedad llena de frio y en el horizonte se confunde el humo de las chimeneas de las calefacciones con el blanco de la niebla. Todo invita a recogerse, a pensar, a encogerse. Entrar en un lugar como el Trasno, es un alivio, es como cambiar la dureza de las miradas aceradas por algo más cálido y suave, algo más "hot". Esta ciudad cuando no tiene niebla es otra muy distinta.Sólo un poco de sol la hace hervir. Si le quitas la niebla, su clima es suave, si luce el sol su clima es ardiente. No hay término medio. Sus entrañas manan agua hirviendo en algunas de sus partes. Este conca que nace del choque de un meteorito mitológico contra la madre tierra, sabe que está encima de las entrañas de un volcán latente lleno de brasas y fuego que calienta agua subterránea y la escupe generoso en varias fuentes de la ciudad. Mea dulzura. Sus sus habitantes la reciben con gratitud y se sumergen en ella, en sus pozas de las termas o de las burgas ancestrales. Se bañan y adoran algún dios mitológico que parece darles este regalo. El agua caliente, que sale de sus entrañas, tiene algo mágico y ancestral. Parece un canto panteico al mítico dios que está y rige la naturaleza. Es un sueño del más allá a la madre tierra y una adoración a la naturaleza. Los baños en estas telúricas aguas nos conectan con la profundidad de un mundo ignoto y escondido que nos habla por ella. Esta ciudad está llena de misticismo pagano y misterio galaico.
Aquella tarde en el Trasno, Angela está aquí porque tiene una misión.
Lo primero, esperar que aparezca o descubrir entre aquella maleza humana a un caballero. Debe ser elegante a la par que clásico en el porte y que tiene algo importante para ella. La descripción que le han dado de él es algo así como un hombre alto, delgado, destacado en el vestir, tiene pelo blanco, a lo mejor trae
sombrero de fieltro, teniendo en cuenta
que hay niebla, casi seguro que lo trae. No será difícil descubrirlo con esa descripción más allá de que su acento portugués, aunque hable un correcto español, le delatará en seguida. El no la conoce a ella tampoco. Dos espías se intuyen enseguida, no será ese ningún problema. De la información que le han dado se añade que el tal caballero es el señor D. Sebastião Manuel Henriques Nunes da Graça. Português. Refinado, delgado,
alto, buen cutis, ya anda más allá de los sesenta. Cultivado en el porte y en el decir.
Habla español con un suave seseo de la ces. Nunca habla, e ignora, el idioma gallego, como buen
portugués. Adora Madrid y la España imperial, apenas conoce este rincón del
noroeste. Es lisboeta, aunque sus orígenes se remontan a las comarcas de Tras-os montes
fronterizo por parte de padre y de "Pinhao" localidad del llamado "Douro vinhateiro" por parte de
madre. En los dos casos su procedencia hidalga y burguesa estaba ancestralmente arraigada en la agricultura y la tierra. Haciendas
de ganado por parte de padre y
riqueza vinícola del Duero con comercio de vino do Porto. Su porte o estilo al moverse llama la atención
por donde va. Aquí la gente incluso la más refinada en las formas no
llega al elegante porte de Sebastião. Su elegancia está desprovista de cualquier afectación feminoide o bisexual, mas bien desprende un aura elegantemente varonil. Él lo lleva
en la sangre, su elegancia traslada siglos de nobleza familiar, no hay nada impostado. Al verlo parecería trasladarse uno a convivir con uno de los ricos y adinerados personajes de los "Maias" que describe el escritor Eça de Queiroz.
Podía haber llegado
perfectamente en carruaje de tiro
de caballos y cochero, con larga capa y sombrero. O montado en una "tipoia" como se
mueven los personajes de Eça en su Lisboa de finales del XIX. Como buen hijo de familia adinerada con raigambre antiguos, vive al lado de la antigua Corte,
en Lisboa. Es de la clase alta lisboeta. Entre Lisboa, Sintra, Cascais, Porto y su quinta, realmente se mueve por todo el país. Se ha juntado a la antigua raigambre heredada los negocios prósperos de la época presente. El vino, los nuevos negocios con las colonias y las nuevas oportunidades le hacen sentir de ese grupo que se sentía dueño de aquél rectángulo plantado frente al mar que es como los propios "tugas" definen a Portugal
. Ellos eran los dueños de Portugal, mientras muchos "portugas" malvivían, emigraban los que podían y
luchaban en una guerra contra unos africanos que secularmente les hacían soñar todavía como imperio. La historia, o para algunos los designios divinos, convirtieron un pequeño país en dominador de Brasil y parte de África, sin contar las antiguas colonias asiáticas. Eso marca a cualquiera y cuesta dejar de pensar en que eres un imperio, aunque no lo seas.
Sebastião era ese Portugal del imperio o al menos visto desde fuera, visto desde España, parecía ser ese estereotipo de Portugal. Era un fervoroso discípulo del Sebastianismo mitológico. Ese rey salvador que volverá desde Alcazarquivir, donde muró en batalla contra el infiel, para alcanzar de nuevo la gloria nacional. La tríada mitológica de cualquier mito divino, somos el pueblo elegido, hemos caido abajo pero vendrá un mesías un salvador a volver hacernos grandes y ricos. Algún día volverá como salvador el gran rey elegido de Dios encarnado en un salvador que nos guié a la prosperidad y el éxito como una gran potencia y nación de conquista que fuimos. El se sentía
depositario de toda esta historia mitológica de Portugal. Su misión en la vida, había llegado a
concluir, no era otra que luchar para volver a ver la gloria de Portugal. Vivía en este siglo pero se sentía un "heroi do mar"
del XVI en plena gloria de la expansión oceánica. Le habían enseñado que
Portugal tenía una misión divina en la historia. Así lo demuestra el hecho
de D. Afonso Henriques que levantó el
genio ancestral lusitano y condujo al pueblo elegido, a su expansión y creación
del primer estado europeo. ¿Cómo explicar , si no, que un tan minúsculo país apartado en el occidente de Europa haya llegado a dominar parte del mundo?.Para eso está la mitología aplicada a la historia. Sebastião era de los ser el pueblo elegido y para ello de cómo se
invente la historia es lo de menos. En este caso el fin si justifica el medio o los medios elegidos.
Sebastiao entró en el
Trasno con un acompañante que atendiendo al lenguaje de las formas más que un igual parecía su secretario. Caminaron hasta el fondo del local, encontraron una mesa en una esquina discreta,
con poca luz y desde donde se veía casi toda la estancia. Los curiosos y
curiosas habituales olieron enseguida la nueva pieza al entrar. Era fácil, Sebastiao
desprendía un aspecto no habitual. Se veía bien que no era de aquí. Fino, aparentaba ser cultivado y culto, aunque eso no se aparenta, pero para aquellos espectadores lo veían así. Como se suele decir parecía que lo traía ya de cuna , que no
fingía. Y eso es muy detectable entre fingidores y por fingidores.
Carallo, parecía que alguien debía estar seguramente comentado, seguramente en el Trasno, que se había acercado por allí una novedosa e intrigante pieza de mucho valor. ¿Quien coño puede ser este ?, ¿porque está aquí?, ¿no es
habitual?...¿algo raro hay? ¿Ese estilo tiene algo que le delata como extraño?. Eran preguntas que iban de mente en mente, al tiempo que se sincronizaban con miradas entre unos y otros que se cruzaban entre si a la velocidad del rayo escudriñador para adivinar unos de otros si sabían algo. Eso si todo con
ese disimulo suave de gente de ciudad. El caso es que se nota que ningún curioso ha sacado aún una media conclusión. Aquí ni dios sabe nada, este tío es una pieza
importante, habrá que investigar. De pronto Sebastiao había pasado a ser objeto
de primera investigación por el ejército de fisgones y figonas, malandrines, medio vagonetas
y ociosos de esta pequeña ciudad. Cada fisgon habría de describir a Sebastiao y
preguntar a unos diez fisgones su curiosidad, lo que va hacer pensar de
repente que Sebastiao es ya un habitual .
Serenou, era una ciudad olvidada y perdida en el occidente lejano, oteaba a lejos al mar para poniente y muy lejana a oriente trataba de ignorar a la adusta meseta castellana. Sale poco en los libros de historia. Es de esas ciudades que parece que esta retirada de los sitios por donde pasó todo, y que no tiene nada, se tuvo que hacer a si misma ya que no está en ningún cruce de comuicación. Por aquí nadie está obligado a pasar. Esto crea una idiosincrasia especial. Esto que llama el imaginario colectivo afecta a sus habitantes porque sin quererlo los de fuera siempre tienden a pensar que Serenoutas también son unos personajes anodinos, medios, que tampoco han intervenido en nada, vamos que ni fu ni fa. Esto suele darse mucho, porque la gente gustamos mucho de tener una marca que nos respalde, de pertenecer a un club que suene, porque en el fondo todos traspasamos la fama del club o institución de cobijo y se lo adjudicamos a cada uno de los que tienen algo que ver. Eso es así, y será. Suele pasar en las mismas ciudades entre sus barrios de más mala fama y sus barrios señoriales. Tal vez tenga eso que ver con que somos hijos en lo más reciente de la Edad media, donde más que nunca se daba la protección de un señor sobre el resto. La organización social estaba compartimentada. El señor feudal propietario de tierras, daba seguridad, cobijo, justicia a sus siervos o a todos lo que le rendían pleitesía y que eran suyos. Quien no estaba bajo la sombra de un señor era vulnerable y como la gente no estaba organizada socialmente para defenderse, ni habían creado instituciones tales, pues la protección , la pertenencia a algo que te identificara era imprescindible para seguir viviendo. Sin duda Serenou, no tenía una gran marca, no había hecho grandes conquistas, no tenía antiguos reyes o personajes mitológicos, aquí no se había fabricado ni inventado nada destacado, no tenía mar, sus mejores mentes se escapaban en cuanto podían. Serenou fue una ciudad de segunda, con más mayores que jovenes, abocada al ostracismo y que vivía para si misma y dentro si misma. El caso es que sus habitantes se sentían felices y encantados en este entorno que decían era peor que otras florecientes urbes. El caso es que sus ciudadanos no alardeaban de nada pero tampoco tenían baja autoestima de si mismo, pese a lo que pensaran los de fuera.
La señorita Angela, vió pasar a Sebastiao y a su acompañante. la descripción que le habían dado era exacta, el era sin duda el tal Sebastiao a quien esperaba, a quien debían entregar su encargo y recoger algo. Tendría que seguir tranquila, actuar como si no estuviera allí. El lugar que le habían elegido era bueno por estar transitado y con gente, pero estaba lleno de arpías curiosas que tenían registrado a cada uno de los que allí ahora estaban. Intentar contactar con Sebastiao sin haberse hablado en la entrada, sería llamar la atención. Además tendrían que medio presentarse, y serían la diana de la curiosidad general. Todo esto iba pasando por su cabeza, a la vez que muy despacio saboreaba un café caliente, en pocillo de sargadelos, bien elegante, a la vez que dividía su mirada entre el espejo de la barra para ver a la curiosa audiencia sentada audiencia y lo ue se podía ver de la calle através del cristal lleno de vaho de la puerta de entrada. En cualquier caso su mente no iba de acuerdo con sus movimientos automáticos.
Fuera seguía haciendo frío.
Ella repasó en un segundo los datos que le habían dado sobre portugués. Descendiente de los condes de Loulé, adinerado, culto, elegante, cosmopolita. Rico venido a menos, muy orgulloso de su país.
.-¿ Porque se había metido en este asunto este hombre?
.-Bueno , la verdad pensó, lo mismo podía o puede pensar él de mi.
.-¿Que coño hacemos nosotros en todo esto? ¿Será la emoción, la utopía, la casualidad?
.-Siempre hay una respuesta o nunca hay una respuesta. Las cosas son y son, después se le pueden dar causas, motivos. El caso es que antes está la acción que la idea, después siempre queremos darle una filosofía, una justificación racional a la mayoría de las cosas que hacemos por voluntarismo, por que si, por las circunstancias. Todos tenemos una razón para todo. A veces la misma razón es no tener ninguna razón y hacer eso porque si, por intución o porque el camino va yendo y llega hasta allí. La vida de los hombres es más voluntarista que racional.
En un momento sus miradas se encontraron y ambos sabían ya quién era cada cual, sólo faltaba que Angela se decidiese a presentarse en la mesa de Sebastiao. Así fué, en un momento hizo un ostentoso saludo desde la barra disimulando la novedad o extrañeza de haber encontrado al amigo que ha aparecido de forma sorpresiva. Para el público curioso había sido una doble sorpresa que los dos extraños, únicos en el café, se encontraran de casualidd, aunque lo más normal habrá sido que se hubiesen citado aquí y uno no se había percatado del otro todavía.
"Las ninfas ya están en Roma". Esa frase en clave la dijo Sebastiao, de forma disimulada, al sentir cerca de su mesa a Angela. Esa era la frase convenida para asegurarse el uno del otro. Al escucharla Angela hizo un ademán de cabeza y una sonrisa. Este era el hombre con el que debía contactar. A continuación comenzó en público su representación de la amiga que encuentra sopresivamente en una cafetería a su amigo.
- Hola, Sebastiao que tal, como estas.- dijo Angela acercandose a su mesa y dándole la mano. Al mismo tiempo y como por obligación saludo al acompañante también.
Sebastiao esbozó una amplia sonrisa y entro con Angela en un diálogo banal de dos amigos que se han encontrado por casualidad, pero que entre los dos hay ya confianza.
-Hola Angela, bueno, que tal andas y que haces por aquí. Te contaba en Valencia. Menuda sorpresa.Desde hace tanto tiempo y encontrarnos aquí en Serenou.
-Ya te digo, el mundo es un pañuelo. Dios mio.
-Te invito a sentarte con nosotros, por favor.
-Gracias, será un placer.
Seguían las sonrisas y la afabilidad un buen rato.. Tomando sus cafés a la vez que miraban destendidamente a su alrededor. En un momento Angela se hizo cargo de forma disimulada de una cartera de mano de color oscuro que Sebastiao había acercado a su asiento. Continuaron hablando un buen rato, sin llegar a tener la conversación que a los dos les apetecería tener, pero sabían que no podían hacer eso, con el peligro que representaba.
Angela deslizo un sobre para él, en el que venían indicaciones para encontrarse los dos esa noche. Hotel, teléfono y lugares de encuentro.
En un momento se despidieron.
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