miércoles, 16 de octubre de 2019

El cura y los mandarines. ( De vez em quando um livro.



“mediocre catedrático   de historia e inquisidor indolente, fascista medular y zafio”.    Así con esta píldora de ácido y  aventurero narrador, define Gregorio Morán a uno de los muchísimos personajes reales que  nos presenta en “El cura y los mandarines”.

   Andamos por los años 60  y con la visión de hoy, y la que tuvo un joven comunista clandestino de aquellos personajes de oropel, gloria y  buena vida del Régimen, es normal que  tenga dentro de sí, mucha bilis que lanzar y que sinceramente lo haga cuando tiene que abordar el caso.     

     Otra más.   “la prosa apelmazada y el pensamiento grumoso de Laín Entralgo". Por cierto Laín, que  de mi pasado cuenta como un gran filósofo e intelectual, queda descrito como mediocre intelectual y peor persona. Si un oportunista y un vividor del Régimen como antiguo falangista.

     Ando navegando por el principio del libro y se presta para devorarlo cuanto antes. El libro está dedicado a los intelectuales en España que fueron creciendo y apareciendo en el franquismo. Tiene como hilo conductor  digamos un personaje que cumple con todas las características de lo que Morán quiere contarnos, y no es otro que el famoso cura Aguirre en el futuro Duque de Alba.

     La prosa es ágil, amena, directa, ácida y dura. No se salva ni el tato. El caso es que es una selva de nombres y de datos de memoria de elefante que por mi edad me suenan y puedo ir hilando. Es muy interesante recordar, refrescar memoria y sobre todo aprender, meditar y abrir la boca al ver tanto que uno no sabía y que encajan en un puzle final. Como siempre la historia necesaria para comprender el presente. Podemos preguntar de  donde venimos y si  el  franquismo sociológico del que se habla a veces, está superado. Es pronto para decir que este libro nos da respuestas muy elocuentes y nos puede ayudar a  crear opinión sobre el mundo cultural de hoy, con  los datos y personajes que  nos da el autor.

      Cuando un libro  te seduce, independientemente de la materia, entonces podemos pensar que es bueno, al menos para nosotros. Cuando la vista corre por las líneas sin esfuerzo, no  te cansas con su lectura y cualquier momento es bueno para darle un avance, está claro que te gusta el tema, la forma de escribirlo y te gusta al forma del escritor. Evidente conclusión. Pues,  Morán lo consigue, aunque el libro es largo y ya veremos.
     Entiendo que el pretende ante todo desmitificar todo el rebaño cultural de los años del franquismo, dejando raras excepciones.  Ver la cercanía y la pobreza intelectual en algunos casos de los personajes que hemos tenido como gurús  culturales e “influencers” todo estos años, y que, salvo honrosas excepciones nos los coloca como trepas, falsarios, pelotas que se abren camino especialmente con el saber estar y el amiguismo. Como culmen de todas estas “virtudes” coloca al cura Aguirre.
     A veces me repelen un poco los absolutistas de la crítica, me parece que  son frustrados  y envidiosos de otros que han triunfado por el talento. En el caso de Morán, no quiero verlo como tal. Creo que es  un lumbreras que ha estado toda la vida en el frente, y que no abandono ese frente para medrar, y vió como a su alrededor crecían los culturetas que se adaptaban al "modus vivendi". Esta actitud de Morán parece  que  le da un plus de valentía para poner en la picota a todo aquel que él cree nos ha estado engañando a todos. La ideología, por supuesto, estaba por encima de la cultura y la objetividad. 

      Morán cuenta con la ventaja de  que vivió de espaldas, como miembro del PCE, a toda la troupe de la cultura española del franquismo. Es bueno oír las miserias y orígenes de nombres que se nos hacen familiares, ya que en la época de estudiante eran tan familiares de tanto que  nos los repetían  desde el libro de texto el canal único de la TVE, la prensa etc. 
     2 DE MAYO DE 2021. 
      Hasta aquí mi opinión, breve, improvisada y en caliente después de leer el libro de Morán. Dado que tenía material guardado sobre el libro, bueno es que le demos salida. 
    Primero:  copiado y escrito por mí, unos párrafos sueltos, hasta donde la paciencia permitió, para tenerlos a mano y degustarlos cuando el olvido avance.Es como una foto pequeña de un libro de mil páginas, jugosas todas, que no caen en la indiferencia más bien lo contrario.
   

-El efecto fue demoledor. Ortega, yo lo desconocía, había sido siempre un hombre con una capacidad infinita para la doblez. Entre lo  que escribía o decía en público y su opinión íntima, privada, en el círculo de amigo y discípulos, había un abismo que se me fue abriendo conforme leía cartas y documentos. ….D. José Ortega y Gasset había asumido, desde el primer momento que Francisco Franco debía ganar la guerra en la que sus tres hijos se habían apuntado voluntarios en el lado bueno, el franquista, y que su tarea consistía en disimular una cierta neutralidad se reducía a apoyar a subreticiamente  a los suyos.

-        A mí lo que me interesaba era la relación entre cultura y política durante los años que viví atento hacia una y otra.

-Lo que si creía tener muy claro es que el mundo, mi mundo, nuestro mundo español de recuperación, había empezado en 1962. Lo demás era prehistoria, una prehistoria a la que por cierto yo había dedicado varios años de trabajo y algún libro. Pero en aquel momento era prehistoria. Imagínese si será prehistoria que aún no ha aparecido ningún libro de memoria o reflexión de los hijos de los jerarcas franquistas, ninguno.

Probablemente no aparecerá nunca, por eso fue tan importante para ellos la Transición, lo esfumó todo. Lo más cercano a un viaje al mundo del poder durante los años del cólera podría el filme de Chávarri  El desencanto (1976) sobre los Panero.

     1962 tuvo aquí y fuera de aquí una trascendencia histórica. Resulto ser un año largo, de esos cuyos efectos duran casi una década…..al ir adentrándose en los años sesenta era el descubrimiento de un entusiasmo de una radicalidad tintada siempre de optimismo, ingenuo o perverso, pero seguro de sí, de su propia ambición, sin otros límites que el talento y la imaginación. Hay una categoría de similitudes en las personalidades de aquella generación-Martín Santos, Benet, Sacristán, Castilla del Pino, Sánchez Ferlosio, Pradera, Querejeta, Eceiza, Jesús Aguirre…. TALENTO, AROGANCIA, SOBERBIA INTELECTUAL, INSEGURIDAD SOCIAL, SOLEDAD DEPRESIVA, AUROSUFICIENCIA, AISLAMIENTO, ENFRENTAMIENTO SIN RUPTURA DE LA TRADICIÓN FAMILIAR. Eso la convierte en única por el carácter difícil de su desarrollo. Nace en el erial y se crece en el invernadero….Es más verbal que literaria, y con un pudor hacia su propio pasado que alcanza la ocultación premeditada. No hay memorias, y las que salgan serán tan tardías que se convertirán en anécdotas de abuelo, exageradas, y falaces.

Y se daba la particularidad de que no había acontecimiento de importancia en la política antifranquista o en la cultura progresista que no arrancara de 1962 y que no tuviera a Jesús Aguirre de cuerpo presente.

-Después de un puñado de años dándole vueltas a la personalidad de Jesús Aguirre y a los mandarines con los que convivía, poco a poco, como si fuera una rake de mi antiguo trabajo sobre Ortega y Gasset y el franquismo, me fui dando cuenta un día, un momento – en la política y la cultura los momentos duran mucho- en el que esa generación que descubrió el mundo en 1962 se convirtió en mater et magistra de la que iba a sucederla a medidos de los años setenta.

La Transición no se mascaba en el aire, más bien todo lo contrario; parecía que el punto de ebullición se dirigía hacia una Ruptura. Un embeleco de la inteligencia. Desde mediados de los setenta había gente trabajado con más o menos entusiasmo pero entregados a que la Transición no fuera otra cosa que un tránsito de poderes y personas, nada que ver con radicalidades ni transformaciones. El mandarinato había decidido, probablemente sin darle muchas vueltas, que lo mejor era adaptarse, orientar el proyecto y dejarse de inventos.

La Transición  democrática tiene una huella marcadamente conservadora que proviene, no de los restos del naufragio franquista sino de los hijos brillantes, buena parte de ellos  MANDARINES, que  consideraban que  “bien está lo que bien acaba” y que asumían voluntariamente el encargo de darle el toque final que encarrilara el proyecto. Ahí está Jesús Aguirrre, y lo está en tan grande medida como otros muchos más exhibidos, como Pío Cabanillas, Javier Pradera, Juán Luis Cebrián, Luis María Ansón. Jesús Polanco.

-…El valor de la amalgama; en España somos auténticos magos de la amalgama; todo consiste en mezclar. Son difíciles aleaciones. Empecé a comprender las trampas de nuestra historia cultural. ¿Por qué inventamos la generación del 98, y la del14, y la 27 y la Edad de Plata? …….Primero es una tradición católica. Fundamental para la taxonomía del pecador y el creyente. La invención de la generación del 98 es la prueba papable de que un renegado de todo, miedoso hasta el delirio, Azorín por buen nombre, justificando su pasado de radical con paraguas rojo y melopeas, ahora que le paga D. Antonio Maura, y que escribe en el ABC. …la generación del 98 no hubiera existido nunca de no ser por la adaptabilidad de Azorín al señor Maura, y las necesidades políticas de Pedro Laín Entralgo en la más inmediata posguerra; sería el diseñador de los planes de estudio.

¿Y la del 27? Otro guiño para salvarse de la quema. ……La taxonomía cultural española es única en su especie. La fabrican los profesores para vivir de ella. ….. ¿Cuántos años se necesitarán para salvar nuestra cultura literaria de la ganga política introducida  por los profesores presuntamente apolíticos?

-Somos un país donde los mediocres tienen la oportunidad de convertirse en depositarios del canon, gracias en primer lugar al gran desmoche que significó la posguerra, también que a la ciudadanía se la bufa y que ellos tienen muy claro que los escalafones son los que deciden  las conciencias y las responsabilidades. Si Vd. se planteara revisar el concepto de  generación del 98 o generación del 27… no tendría ni la más mínima oportunidad de hacer carrera académica.

-La mayor impudicia de estos mediocres canónicos es el reproche a los nacionalistas vascos o catalanes sobre su invención de la historia.

-Y luego viene CELA. ….Es un compendio de talento y golfería tan extendida en nuestra literatura desde hace siglos. El primerio nobel ya tronado al que Jesús Aguirre detesta como buena parte de mi generación. Cela creía que la mafia había nacido en Galicia. Eso le hizo equivocarse mucho en sus colaboradores, que no en sus expectativas. Escribió un par de libros notables.

La dialéctica Cela-Aguirre imprenta la cultura de la Transición y de la égida socialista más allá de las apariencias y lo que la gente cree saber. Reflejo de nuestros límites y nuestras pobrezas y nuestras pretensiones. Consolidada la Transición, se trata de disputar los papeles de mandarinato Cela-Aguirre, el dilema, llegará a ser más importante que el Cela-Delibes que manteníamos algunos bisoños analistas cuando éramos jóvenes y no estábamos al cabo del secreto de la calle.

Aquí me atasqué. Una vez más tenía la sensación de que me habían engañado y que nada era como me lo contaron. O sea J. Aguirre, el cura, maricón y arrogante, mandarín de la cultura progresista, editor de éxito, intelectual ágrafo según la tradición hispana, era uno de los más activos colaboradores de Pío Cabanillas, el gallego intrépido y discreto, oxímoron sólo apto para celtas, en la operación de la UCD que lleva a Adolfo Suárez y que tenía en el profesor Aranguren un colaborador voluntarioso. Vaya historia.

Todo esto me llevó a un período de reflexión y escribí dos libros la biografía de Adolfo Suárez y de Rafael Barret.

Esos dos años los consideré suficientes para desentrañar el tiempo que le tocó vivir al cura Aguirre. El Cura y los mandarines.

1.      No bastaba el hecho de que en todo hecho cultural, político a partir de 1962 estuviera presente el cura Aguirre. Lo más llamativo era la reacción de los mandarines de considerar su figura más allá del chascarrillo, la tertulia y la anécdota. Había razones  que se me escapaban.

2.      Lo que trataban de ocultar era el tránsito. No el del Duque de Alba sino el de todos ellos. ..Habían sido progresistas en los sesenta, radicales en los setenta, ocultos personajes a la espera de la  primera transición. Luego garantes y depositarios de todo lo que quisieran poner en sus manos, ya fueran editoriales, periódicos, medios de comunicación, fundaciones. Incluso la casa de Alba, lo más de los más en una sociedad estamental en plena época moderna.

3.      Había muchos mandarines para ser historiados….Luis Martín-Santos, Juan Benet, Castilla del Pino, Carlos Barral, Javier Pradera, Castillete, Polanco, Dionisio Ridruejo, Tierno Galván, Querejeta, Pepe Hierro, Bergamín, Lladró, Ateza, Aranguren, Sacristán, Miguera, Zubiri, Lledó. ¿Por qué Aguirre?....Constituía un paradigma, más allá una metáfora del tiempo que nos tocó vivir.

4.      Hay que detenerse en Aguirre por su carácter de símbolo de una determinada intelectualidad que proliferó en la España del franquismo y que prospera en los maestros tertulianos. Esos tartufos de la mediocridad que podrían ganarse la vida  con tan sólo explicar la diferencia entre una evolución ideológica y una conversión canónica. El intelectual tertuliano parte de su condición de “mandarín” de agente cultural sin obra. Su más perfecto  instrumento de creación y pensamiento es la lengua.

5.      Bastaba una cierta capacidad retórica, una cátedra o la brillante conversación informal, aliñada de una obra minúscula de promotor cultural desparramada en prólogos, editoriales o artículos de circunstancia. Pero serán los guardianes del canon. Ellos que lo han vivido todo, saben no sólo como ocurrió sino lo que es más importante: cómo debe contarse. No les corresponde escribirlo; compromiso vulgar que puede cumplir cualquier plumilla de dudoso pedigrí y escasas pretensiones. Toda canonisa deriva en conservador. . Es lo que peor llevan. Ellos la sal del pasado y el abono del futuro, demócrata, más allá de los liberales y socialdemócratas, ahora son conservadores. Les llegó la edad, y sobre todo admitámoslo, que cojones, tenían tanto que conservar.

       .- Ignacio Fernández de Castro siguió una trayectoria de católico que evolucionaba, que había montado un despacho, abogado de negocios y patentes y luego laboralista, y de ahí  a los vericuetos de los católicos más lúcidos a finales de los años cincuenta cuando querían abandonar el nacional-catolicismo oficial y lanzarse a una apostolado radical. Liquidada por consunción cualquier veleidad falangista en 1956, queda solo, sorprendido de su propia fuerza de un cristianismo vanguardista, heredero del nacional-catolicismo-dominante-, audaz, temerario y localista con aspiraciones universales cuando no imperialistas. .

     Es el cristianismo católico de Aranguren, Valverde, Sopeña, Aguirre, Paco Pérez, Álvarez de Miranda, Sopea, Llanos…. Toda una generación apostólica dispuesta a revisar la cultura y la política con radicalidad católica. Unos irán hacia la acción, porque ahí están los fundamentos del FLP y otros a la reflexión íntima con el Eterno y sin mayores compromisos. Pero la raíz es la misma. Se acabó el falangismo, somos cristianos radicales, católicos porque no podemos ir más allá y asimilar la parte del protestantismo evangélico que nos atrae. El mundo puede ser repensado en cristiano y español.

…..El FLP se  fundaría en una residencia de monjas en la calle Zurbano de Madrid, por los mismos años en que ETA hacía lo mismo en otra residencia conventual. No es de extrañar, no existía legalmente más que el Movimiento Nacional, es decir, los restos de Falange y la omnipresente Iglesia Católica. Todo lo demás era llano, crujir de diente y clandestinidad.

….En el FLP en un soplo se había pasado de un  cristianismo radical a un radicalismo con base cristiana y esa diferencia la marcaba la siguiente incorporación de católicos muy  influidos por el marxismo…

EL CONTUBERNIO DE MUNICH.- la CIA

.- 1962. Tortura y asesinato de Julián Grimau. Enlace del PC, no dirigente, que el franquismo condena a muerte por crímenes de la guerra. Crea un conflicto que  traspasa la sociedad española. Y la radicalizará, tomando decisiones que de otra manera no hubieran sido posibles. Hay muchas personas que toman un distanciamiento inequívoco del Régimen. En cuanto a la intelectualidad o inteligencia es más evidente el caso. Los escritores españoles jóvenes, la mayoría, por más que sean pocos y discretos, son antifranquistas y procomunistas. Esto va a ser una preocupación por parte de Estados Unidos, estamos en la Guerra Fría. Se ve en España una hegemonía comunista entre la  Inteligencia antifranquista. ….Se crea en París por parte de la CIA “El Congreso para la libertad de la cultura “·Hay dos hombres que lanzan como  iconos. Uno es Salvador de Madariaga, prohombre del liberalismo, profesor político, embajador, no muy bien visto por la intelectualidad española, ni la de dentro ni la de fuera. . La izquierda histórica  no le perdona que  fue ministro con Lerroux y que concedió el primer indulto a Sanjurjo. Antifranquista y anticomunista vigoroso, no dejó patrimonio intelectual fuera de su actitud de santón del liberalismo conservador. Se podría decir de él que fue un político barnizado de intelectual. El otro intelectual es Julián Gorkin, comunista, más tarde trotskista y luego del POUM. La cantidad de Poumistas en las filas de la CIA es aplastante. También está Ignacio Iglesias que Gorkin dirige a la revista Diálogos mientras Madariaga  es presidente de honor del Congreso por  la Libertad de la Cultura. Todo financiado por la CIA.

    No obstante el verdadero hombre deseado por la CIA es Dionisio Ridruejo. Pero como vender en Estados Unidos que un colaborador de los nazis se convierte en hombre de la CIA.

    Sobre esta base Madariaga y Ridruejo se montará el contubernio La España interior y la del exilio.

    Si la CIA consideraba que su hombre  para la política era Dionisio Ridruejo, respecto a la cultura el Congreso para la Cultura y la Libertad consideró que su hombre era Aranguren.

BERGAMÍN. Está nombrado para presidir en el congreso junto a Aranguren la parte  cultural. Pero  Fraga, ministro, le sacó a la luz un prólogo de un libro “espionaje en España” de tendencia KGB que crítica al POUM y a los trotskistas de forma panfletaria. Queda ante el congreso como estalinista y es desactivado y al ostracismo.

      Bergamín es arrogante, su estilo apodíctico, su dogmatismo veleidoso que lo mismo le servía para hacer un elogio del estalinismo y rastrero ataque a la oposición trotskista como ir a misa todos los días, rezar avemarías por su salvación y humillarles ante el Vaticano para que le retirará la excomunión y así poder comulgar. O, como ocurriría al final de su vida, convertirse en abertzale vasco, independista radical y justificador del terrorismo para así morir en Fuenterrabía, soñando con emular a Unamuno, su padre siendo ministro se las había hecho pasar canutas a Unamuno.

LA ACADEMIA DE LA LENGUA

…La muerte de García Sánchiz….no sabía escribir y su vacante en la Academia tenía algo de final de época en la medida que constituía una singularidad de la cultura española, con difícil parangón en la europea. García Sanchiz no era un escritor, aunque publico libros  tan torpes que trataban de no mencionarlos….no sabía escribir pero hablaba muy bien, todo lo bien que entonces se consideraba elocuencia. “Hablar es evaporación; escribir es destilación”. Destilaba mal y tenía de profesión charlista. Era una jeta valenciano, que supo vivir, y con holgura, gracias a la lengua, no la castellana, sino la suya, lo que unido a cierto descaro y altas dosis de desvergüenza le convirtió en una especie de falla parlante. Valle Inclán llegó a decir de este personaje que se trataba de un caso insólito porque vivía del sudor de su lengua.    Su aportación léxica a la institución estuvo a la altura de su talento: introdujo el verbo españolear inventado por él mismo.

Giménez Caballero, lo había mandado Franco lo más lejos que podía. Madrileño castizo, exagerado, constituía por sí mismo un engorro por su desmesura paranoica. No elogiaba, babeaba, y eso incluso a Franco lo descolocaba. Era tal su vehemencia, su paranoia, su desequilibrio, que los superferolíticos elogios al Caudillo podían ser tomados a chirigota, amén de ser un chisgarabís que adulaba a cuanto dictador presunto o confeso se le pusiera a tiro

Sánchez Mazas consumía sus últimos días en el Hotel Velázquez. Eugenio Montes se lo  montaba para viajar a lugares de sus sueños juveniles, de modesto corresponsal de El Debate y luego ABC, hasta alto cargo por designación directa del Jefe del Estado, pagando en elogios, con esa vocación para la adulación que él creía haber aprendido de los romanos y que estaba más ligada a una infancia humilde en una parroquia campesina de Vigo.

José Hierro, el antiguo comunista encarcelado y represaliado publicaba ahora en la Editora Nacional, y hasta recibía premios y galardones.

La recuperación de Casona  a la escena española tras su exilio en América del Sur… el semanario más reaccionario y oficialista puso por las nubes en palabras de la indiscutible primera pelota del reino periodístico, Victoriano Fernández Asís, entonces plumilla del El Español. Quien había sido un indiscutible de la escena durante la República, estaba acabado. El nuevo texto poético de la escena española acaba de aparecer en la pluma de Antonio Gala. Arrollaría como el Casona de los años treinta. Cordobés fino, brillante y ambicioso.

Laín Éntralgo, falangista e inventor de la generación del 98, en 1944 y que incluyó en los planes de estudio.

Azorín. Agudo que sabía buscar en la diana el blanco del poder. Decía que era el último que quedaba de los del 98. Había sido anarquista, maurista, republicano, lerrouxista, radical socialista, azañista, frentepopulista, monárquico, franquista….seguí fiel a su aparente inanidad de hombre común, escribiendo cosillas para ganarse el pan y viendo cine en sesión doble todos los días por la tarde….Vegeta  a la espera del homenaje institucional que le ofrecerán las grandes figuras del Régimen, desde lo santiguos como Ramón Serrrano Suñer hasta los nuevos como Florentino Pérez Embid.

Unamuno. Es otra cosa. Pese a morirse de pena y rabia el último día del año de 1936, aún estaba vivo, sin enterrar. Para la cultura oficial, u oficiosa,…fue muy importante el Centenario de Unamuno. Su efemérides venía a coincidir con los XXV años de paz. En su figura cada cual podía encontrar lo que quería. Un intransigente y un liberal, un socialista moderado y un patriota reaccionario, un católico de Trento y un jansenista, incluso un luterano, un narrador temerario, un articulista atrevido, un dramaturgo insólito, un poeta tradicional….En Unamuno está todo, empezando por un rasgo singularísimo, el dominante, que fue su personalidad. Aunaba soberbia y valor. Un intelectual con valor físico, no sólo en el terreno de las ideas. Una paradoja que la cultura creía haber zanjado desde Erasmo; la inteligencia va pareja con la prudencia, no con la temeridad.

   Casi parecía protestante, en un momento de ecunmenismo, por efectos del Vaticano II, en él había casi un precursor. El centenario de Unamuno fue algo más que una conmemoración al uso. Franco publica un decreto en el que se le llama “gran humanista y escritor” y se habla de “su recia personalidad  vascongada, española y universal”. ·El tema se había tratado en Consejo de Ministros.

El féretro de Unamuno, fue cubierto, en la Salamanca del día primero de enero de 1937, con la bandera de la Falange, y falangistas fueron quienes pasearon su féretro por la ciudad; el periodista Víctor de la Serna en representación de Manuel Hedilla...

Unamuno aparecía como otra ocasión, póstuma y oportunísima para reivindicar el “98” de los Laínes. La ex familia falangista se recogía en este póstumo  Unamuno con la satisfacción de saberlo todo y al tiempo marcar su distancia con el nacional-catolicismo emergente del opus Dei. Nada menos unamuniano que el Opus Dei, nada más antiunamuniano que Monseñor Escrivá de Balaguer.

   Para Aranguren  los dos grandes temas de Unamuno son el cristianismo y España, y es curiosos porque en el artículo homenaje que le dedica se despacha sobre un tema tan complejo como las lenguas de una manera harto confusa. El vascuence capaz de convertir en lengua de cultura. Incluido un cierto reproche a la lengua catalana, como para resaltar el esfuerzo castellano. “España ha sido hecha por Castilla y por la lengua castellana, sí. Pero tal vez Castilla ha ido y tiene que ir haciéndose cada vez más española “Una idea que suena más a Ortega y Gasset que a Unamuno y que le da a la visión de conjunto de Aranguren ese aire confuso e inexpresivo que caracterizará su reflexión.

   Las más críticas posiciones sobre el catalanismo las había dejado escritas en un par de artículos publicados en 1908 y sus opiniones menos consideradas figuraban en el ámbito de la correspondencia privada. En carta a Luis de Zulueta, catalán de Barcelona, había escrito, “el catalán es egoísta, es limitado y es cobarde”, y su mayor problema consiste en “imitar a Europa y jactarse luego de ello”. Salvaban a cuatro catalanes, Joan Maragall, Joan Miró, Miguel de los Santos Oliver y el diplomático Luis de Zulueta.

JUAN APARICIO fue el gran instructor del periodismo español de posguerra en la veta falangista. Crea el Español, su portavoz político-literario. También el quincenal La Estafeta Literaria que ambicionaba ser la heredera de la Gaceta… de su conmilitón Giménez Caballero, el payaso viajero. Aún en 1964 seguía siendo el virulento antisemita de sus años juveniles.

El producto por excelencia de Juan Aparicio entre los muchachos de El Español lo constituía sin duda García Serrano, hombre siempre en pie de guerra y armado felizmente solo de palabras, que publicaba entonces su curioso Diccionario para un macuto. Un libro importante en lo que tiene de evocación de la victoria de la guerra del patrimonio de quienes ganaron entonces y perciben que su reino ya no es de este mundo, o más exactamente, que su mundo ya no es de este reino. …la trayectoria de Rafael García Serrano tiene escaso interés literario, por limitado, pero considerable peso en el terreno de la singular inteligencia que conformó el franquismo. . Baste decir que en el pequeño volcán que se generó en 1956, esa crisis provocada por la rebelión de los jóvenes herederos del franquismo que rechazan la mezcla de miseria y basura que domina la posguerra, García Serrano aceptará dirigir Arriba, diario oficial entre los oficiales. Un acto de servicio. En el fondo García Serrano era un bocazas que acababa siempre aceptando el mando supremo del Caudillo, su único referente político, intelectual y humano, con lo que está dicho casi todo. Sus amigos sostenían que las dos cosas que hacían enloquecer a García Serrano se reducían a Franco y las señoras. En el Otoño de 1964, recién aparecido su Diccionario para un macuto, sus camaradas del Movimiento Nacional lanzaron una campaña para meterle en la “Academia de la Lengua “Así, Academia, sin lo de Real, que por algo García Serrano no pone lo de Real ni por una apuesta, escribían con orgullo editorial y militar sus colegas del Arriba. No entrará por más que entonces hubiera cuatro sillones vacantes. El jaleado autor de Eugenio o la proclamación de la Primavera y de la Fiel Infantería, había compuesto su Diccionario chusquero del 18 de julio, recopilación de artículos ya publicados en Arriba, para tenérselas a los de la Real Academia, que como decir los del ABC.

En el fondo y en la forma García Serrano, no era más que un excombatiente que vivía de la guerra que había ganado. Como tanto, como el propio Régimen, que por algo estábamos celebrando los XXV Años de Paz, y era, a mucha honra el típico ejemplar del combatiente

     Por más que no apareciera la confrontación directa, al estilo de lo que había provocado Rafael Calvo Serer, contra los Laín, Tovar y Ruiz Giménez en los años cincuenta, si se daban por sentado que Fraga y sus hombres en el Ministerio de Información llevaban el peso de la imagen de los XXV años, la hegemonía ideológica. La ambición de futuro y presente, seguía más consolidada que nunca, en las áreas controladas por el OPUS. …..Bajo  la férula estricta  del auténtico gran mandarín y promotor de la cultura opuséistica FLORENTINO PÉREZ EMBID. Fue el hombre con mayor incidencia y poder en la cultura f oficial española, que era mucha y  cuya influencia ha perdurado hasta hoy, bastante más que la de otra efímera luminaria de la radicalidad. …Se haría larga la lista  de personajes de la cultura que le deberán a Pérez Embid no el reconocimiento sino la salida de la mísera y  hasta la gloria. Bastaría el caso del poeta José Hierro, pero hay más. Se hará cargo de los cursos de la Universidad Menéndez Pelayo, del Ateneo de Madrid, de la Estafeta Literaria. Podía decirse que todo el poder que no controlaba tenía el poder para vetarlo. 

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Segundo:  Una opinión-resumen  que encontré por aquí.En la que se hace mención de Fernando García de la Concha, hombre especial en el libro y que para mis párrafos no llegó a tiempo.

GONZALO UGIDOS

Actualizado: 12/10/2014 05:47 horas

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Ya estaba disponible en las webs de comercio electrónico de libros, se había difundido su portada y tenía fecha de salida; pero el último y explosivo ensayo de Gregorio Morán, uno de los más esperados del año, no llegará de momento a sus lectores. Que un libro llamado a ser un best seller se aborte en el último momento es algo sin precedentes. El ensayo purgado se titula El cura y los mandarines y lo firma uno de los periodistas más vitriólicos de este país y una leyenda del periodismo de investigación. Ni en su inmisericorde biografía de Adolfo Suárez, publicada mientras el protagonista vivía en La Moncloa, ni en sus no menos virulentos ensayos sobre Ortega o el nacionalismo vasco, todos ellos publicados por Planeta, había sufrido la censura. ¿Qué ha pasado ahora?

Aunque, no lo hace por capricho sino por dinero, y el libro de Morán iba a dar dinero. Pero así como diamante raya diamante, dinero gordo desplaza a calderilla. El autor ha metido el dedo en el ojo del dinero gordo, del lobby que mangonea la cultura institucional y manda en la parte del león del negocio editorial, que mueve más de 3.000 millones de euros al año. A esa cifra contribuye la venta de los diccionarios de la Real Academia Española. En su reseña editorial, Crítica (del grupo Planeta) ya anunciaba un terremoto: "La obra va a escandalizar por la dureza de sus juicios y va a provocar muchos debates y algunas indignaciones". A pesar de ese argumento de venta, ha quedado en dique seco por la larga mano de un solo hombre: Víctor García de la Concha, director del Instituto Cervantes, anterior director de la RAE y, por lo visto, más poderoso que el propio Suárez de 1979, que no pudo impedir que Planeta parara la publicación del sórdido relato sobre su irresistible ascensión.

Tras una década de investigaciones detectivescas, Morán entregó el original en noviembre de 2013, los editores tenían programada su publicación para abril de 2014; pero, alegando el temor a que los crujieran a demandas, pospusieron la salida hasta el 1 de octubre. "A finales de septiembre -dice Morán- tras una reunión catártica, me dijeron que tenía que cargarme el penúltimo capítulo, son sólo 11 páginas en las que hablo de algunas peculiaridades de la Real Academia Española".

Se refiere, por ejemplo, a las circunstancias que convirtieron en inmortales a Anson, Cebrián, Muñoz Molina o Castilla del Pino [se negó, por contra, el pan y la sal, y el sillón, al gran Francisco Umbral]. Morán, un tipo insobornable como saben los lectores de su columna Sabatinas intempestivas, que publica en La Vanguardia, se cerró en banda, alegó que ese capítulo era la "viga" central de la obra porque desvela el sistema de recompensas institucionales de toda una época. Fue el duelo entre una fuerza irresistible -la editorial- y un objeto inamovible -el autor-. Ganó la censura.

Morán se malicia dos cosas: la primera es que uno de esos inmortales va a ser el próximo ganador del Planeta; la segunda tiene que ver con el director de la Real Academia desde 1998 hasta 2010. Una premisa fundamental del libro es que el impacto social de los intelectuales no tuvo relación directa con la calidad de la obra (por lo general mediocre) que produjeron entre 1962 y 1996 los mandarines -escritores, profesores, pintores o músicos-, figurones de segundo orden que adquirieron notoriedad por su capacidad de medro y maniobra. Para Morán el emblema de esa peña es Víctor García de la Concha.

En poco más de dos folios, descubre la cara oculta de quien llama "personaje de Stendhal" pensando en Julien Sorel, el seminarista medrador de Rojo y negro. «Cuando yo llevaba pantalón corto -recuerda Morán- García de la Concha era ya un factótum [«persona entremetida, que oficiosamente se presta a todo género de servicios», según el DRAE] de la catedral de Oviedo y representante del Frente de Juventudes, antes había sido un niño pobre que estudió en el seminario de Valdedios, junto a Villaviciosa, que en la guerra fue un campo de concentración en donde el ejército franquista cometió crímenes atroces. Aquel cura, ejerciendo de confesor, descubre el eterno femenino y se casa con un personaje rico, es una "historia sórdida". Había sido un pésimo estudiante pero un gran trepa, un virtuoso del arte de hacer amigos y conseguir que te deban algo y cómo cobrarlo. "Era un experto en el trueque y otras turbiedades".

El látigo de Morán no sólo fustiga sus "vicios privados" sino también sus virtudes públicas, "intelectualmente su única aportación a la filología es un trabajillo simplón y deleznable sobre Santa Teresa en el que sostiene que sin la inspiración del Espíritu Santo Teresa de Ávila no sería nadie. En Salamanca conoce al gran preboste de la industria textil, -no de tejidos, sino de libros de texto- Lázaro Carreter, de su mano salta a Madrid, asalta la Academia y es nombrado secretario. Pronto tiene un inmenso poder, el de hacer millonario a cualquier editor porque decide quién publica el Diccionario de la Academia". 2

Amasa una gran fortuna, dirige la Academia durante tres mandatos, lo cual le fue concedido a título extraordinario, cuando lo ordinario son dos, y hasta el rey lo nombró caballero de la Orden del Toisón de Oro, "no es moco de pavo -concluye Morán-, a este hombre solo se le puede comparar con las dobleces de ese Fernández Villa del SOMA-UGT".

Sostiene Morán que García de la Concha y una legión de "mandarines" forman un retablo poco presentable de la intelligentsia española desde los 60 hasta la caída del felipismo, "entraron donde entraron solo por dinero y cuando se llenaron los bolsillos se olvidaron de la revolución. En los 60, iban de intelectuales revolucionarios que firmaron una declaración a favor de la lucha armada y se iban a hacer maniobras a la sierra de Guadarrama, para ellos los del PCE éramos revisionistas y los del PSOE socialtraidores. Todos aquellos incendiarios fueron víctimas de un cambio de paradigma y en los 70 se habían vuelto conservadores. Se dieron de baja de la revolución".

Jesús Aguirre fue el ombligo de aquel magma de intelectuales logreros, él es el cura del título en torno al cual orbitan los mandarines. "Está siempre allí donde se escribe la Historia de España -dice Morán-, en el Contubernio de Múnich, asesorando al ministro Pío Cabanillas, introduciendo en los cenáculos intelectuales al príncipe Juan Carlos, dirigiendo Taurus y siendo accionista fundacional de El País, él fue quien presentó en sociedad a Felipe González".

Morán sitúa al futuro duque de Alba en la yema de un retablo en el que pululan relumbrones como Benet, Pradera, Gil de Biedma, Castellet o Cela, santones a los que apea de la peana a fuerza de datos contundentes y anécdotas hilarantes como ésta: "Cuando llegó a La Moncloa, Felipe González se puso a comprar intelectuales, los compró prácticamente a todos con iniciativas tan chuscas como una exposición de abanicos en la que pagó 50.000 del ala por cada texto de tres líneas que acompañaba a cada abanico".

Cuenta Morán que cuando Cela se lió con Marina Castaño la pareja quería construirse una casa de unos cuantos millones, así que el escritor le propuso a su agente, Carmen Balcells, que buscara el patrocinio de Jesús Gil, a quien por 100 millones de pesetas le escribiría un libro titulado Marbella Paraíso. A Gil le pareció una sobreinversión y dijo que no. Cela había tenido más suerte con el dictador venezolano Pérez Jiménez, a quien "con una novela que era una mierda -La Catira- le sacó el dinero para construirse su casa de Mallorca". También revela la mercadotecnia que llevó al gallego a Estocolmo: "Fundó con un grupo de judíos la Asociación Hispano-Israelí cuando España no tenía relaciones diplomáticas con Israel, recorrió los centros judíos del mundo y se cosmetizó en figura internacional. Sin sionismo no habría habido Nobel. Un genio".

En la dedicatoria de su biografía Suárez. Ambición y destino escribió Morán: "A mi generación, que empezó luchando contra la mentira que fue el franquismo y acabó aceptando todas las demás". Caiga quien caiga, este tumbador de imposturas sigue fustigando a las estatuas. De momento han tumbado su libro, "el más brutal de todos los que he escrito".