Entrevista en la Vanguardia para un tipo que llega intacto a los ochenta, con toda la carga histórica de ser un mítico beatle. Hace balance de su carrera musical que mantiene activa.
Egeria, la monja gallega que se adelantó 1.500 años al Tripadvisor.
Y se adelantó en más de 1.500 años a muchas tendencias: para Egeria, como para tantos millennials, contar el viaje es tan importante como realizarlo.
Durante tres años, una enigmática mujer viajó de Gallaecia a Tierra Santa anotando sus impresiones en lo que hoy se considera la primera guía de viajes de la historia.
Y se adelantó en más de 1.500 años a muchas tendencias: para Egeria, como para tantos millennials, contar el viaje es tan importante como realizarlo. También entendía el esfuerzo del camino como un proceso espiritual: «Si de continuo debo dar gracias al Señor por todas las cosas, cuánto más habré de hacerlo por tantas y tamañas mercedes como ha consentido concederme a mí, tan poco digna y tan poco merecedora de ellas, permitiéndome recorrer todos aquellos lugares tan fuera del alcance de mis méritos».
En el mutilado texto, del que faltan el principio y el final, hay una
descripción de la liturgia en Jerusalén, además del relato de los
viajes propiamente dicho. Está redactado en un estilo fresco, natural,
directo y animoso. De la mujer que lo escribe en primera persona se
puede deducir un buen estado físico, necesario para varios tramos del
viaje. «Proseguí adelante no sin grandes fatigas, pero el cansancio
apenas hacía mella en mí; y si no acusaba la fatiga se debía a que al
fin veía cumplirse mi deseo, según la voluntad divina», escribe sobre el
ascenso a pie al Monte Sinaí, el primer lugar descrito.
En el último, Constantinopla, escribe en un tono más apagado:
«Tenedme en vuestra memoria, tanto si continúo dentro de mi cuerpo como
si por fin lo hubiere abandonado». No se sabe ni dónde ni cómo murió
Egeria, ni si cumplió con los apuntados deseos de visitar Éfeso y de
regresar por fin a su hogar. Hay en cada página una constante alusión a
Dios, a quien agradece “no solo el anhelo de ir, sino también las
fuerzas necesarias para recorrer los lugares que deseaba”.