lunes, 16 de octubre de 2023

La humildad intelectual puede mejorar tus relaciones sociales. Lo dice la ciencia Varios estudios científicos concluyen que ser intelectualmente humilde mejora las relaciones personales.

 


La humildad intelectual puede mejorar tus relaciones sociales. Lo dice la ciencia  (fuente:  muy interesante)

Varios estudios científicos concluyen que ser intelectualmente humilde mejora las relaciones personales.

 

Ser intelectualmente humilde es reconocer que no se sabe todo y que las creencias que se tienen pueden ser incorrectas o inexactas. No se trata de desconfiar de uno mismo, sino de calibrar las creencias que se tienen según las pruebas y las limitaciones que se poseen.

Son varios los estudios científicos que han puesto su foco en la humildad intelectual y cómo al integrarla en la vida se pueden obtener beneficios. Algunos de ellos tienen que ver con el aprendizaje, pues las personas intelectualmente humildes suelen estar interesadas en aprender sobre temas que les suponen un reto y hasta persisten a pesar del fracaso inicial. Los investigadores creen que este tipo de personas son más curiosas y la curiosidad podría ser el factor que impulsa la humildad intelectual.

Otros estudios han encontrado relación entre poseer humildad intelectual y tener unas mejores relaciones sociales.

Es lógico pensar que una persona tendrá más ganas de entablar conversación con alguien que no esté convencido de tener la razón a toda costa (sin tener en cuenta sus propias limitaciones o la calidad de sus pruebas) que con alguien que sí lo esté. Por tanto, quien es intelectualmente humilde tendrá más posibilidades de que la gente se le acerque.

En 2021 se publicó un estudio en The Journal of Positive Psychology en el que los participantes consideraron que las personas que tenían más humildad intelectual eran más abiertas de mente. Además, se las solía considerar como más amables, cálidas y generosas.

Son varios los estudios científicos que han puesto su foco en la humildad intelectual y cómo al integrarla en la vida se pueden obtener beneficios. Algunos de ellos tienen que ver con el aprendizaje, pues las personas intelectualmente humildes suelen estar interesadas en aprender sobre temas que les suponen un reto y hasta persisten a pesar del fracaso inicial. Los investigadores creen que este tipo de personas son más curiosas y la curiosidad podría ser el factor que impulsa la humildad intelectual.

Otros estudios han encontrado relación entre poseer humildad intelectual y tener unas mejores relaciones sociales.

Es lógico pensar que una persona tendrá más ganas de entablar conversación con alguien que no esté convencido de tener la razón a toda costa (sin tener en cuenta sus propias limitaciones o la calidad de sus pruebas) que con alguien que sí lo esté. Por tanto, quien es intelectualmente humilde tendrá más posibilidades de que la gente se le acerque.


En 2021 se publicó un estudio en The Journal of Positive Psychology en el que los participantes consideraron que las personas que tenían más humildad intelectual eran más abiertas de mente. Además, se las solía considerar como más amables, cálidas y generosas.

La humildad intelectual podría ser beneficiosa para acabar con las opiniones polarizadas y las actitudes extremas. En dos estudios, uno de 2016 y otro de 2017, ambos dirigidos por investigadores de la Universidad de Duke (Estados Unidos) se descubrió que la humildad intelectual predecía actitudes menos extremas en una variedad de temas que incluían el suicidio asistido por médicos, el uso de ataques de aviones no tripulados por parte del gobierno y el impacto de la religión en la sociedad. Lo que sucedió fue que los participantes que poseían mayor humildad intelectual tenían, por lo general, opiniones más centristas. De todo esto se desprende que las personas que poseen humildad intelectual serán más capaces de tender puentes con personas que piensen distinto que ellas.

Otro beneficio que a nivel social puede tener abrazar la humildad intelectual en el día a día es aumentar nuestra tolerancia. En el estudio Intellectual humility and perceptions of political opponents, publicado en 2020 Journal of Personality, los investigadores examinaron cómo la humildad intelectual se relacionaba con la percepción de los oponentes en cuestiones políticas y la disposición a afiliarse a ellos. El estudio se centró en varias cuestiones políticas polémicas, como el aborto, el fracking y la inmigración. Tras calificar su apoyo a una cuestión, los participantes tenían que dar su opinión sobre las personas que opinaban distinto que ellas.

Lo que vieron los investigadores fue que, en general, los participantes tenían una percepción desfavorable del carácter moral y las capacidades intelectuales de sus oponentes (esto variaba según el tema). Sin embargo, las personas con mayor humildad intelectual tenían impresiones más favorables de sus oponentes tanto a nivel moral como respecto a sus capacidades intelectuales.

En un estudio posterior, los mismos investigadores descubrieron que los participantes con mayor humildad intelectual también estaban más dispuestos a "hacerse amigos" y "seguir" en las redes sociales a personas con puntos de vista diferentes a los suyos. Es lógico pensar que, si una persona es más tolerante que otra, tendrá más facilidad para entablar relaciones sociales.

Un informe publicado en el Journal of Research in Personality llevó estos resultados un paso más allá y examinó la relación entre la humildad intelectual y las emociones hacia los oponentes políticos. Al evaluar sentimientos como la ira, el desprecio y el asco, la conclusión de los investigadores complementó los resultados de los estudios anteriores. Comprobaron que las personas que eran más humildes intelectualmente tenían emociones negativas mucho menos intensas hacia sus oponentes políticos. Los investigadores también descubrieron que cuanto mayor era la humildad intelectual de un participante que se identificaba como demócrata, menos probable era que pensara que el Partido Republicano era una amenaza para la nación. Lo mismo ocurría con la percepción que los republicanos tenían del Partido Demócrata.

De nuevo, se llegaba a la conclusión de que las personas que poseían más humildad intelectual eran más tolerantes con las personas que pensaban distinto a ellas. Y esto abre la puerta a que tengan más relaciones sociales.

 

 

 

domingo, 15 de octubre de 2023

Vermudo II, un rei galego desde o Cantábrico até o Mondego

 

Vermudo II, un rei galego desde o Cantábrico até o Mondego. 

Hai 1041 anos, concretamente 15 de outubro de 982, Vermudo II foi coroado na catedral de Santiago de Compostela como rei da Galiza. Membro do círculo familiar dos Goterres e pai de Afonso V, actuou como instrumento do partido galego na delicada conxuntura de finais do século X.

A loita pola hexemonía entre os distintas territorios vai cruzar a vida do reino cristián peninsular na segunda metade do século X. Se tras a morte de Ramiro II, criado en Celanova e membro do clan dos Goterres, o seu fillo Sancho I xoga a carta de Castela e León, o que provoca o enfrontamento cos galegos que impoñen como monarca ao seu irmán Ordoño III, unha situación semellante vaise vivir cos fillos destes Ramiro III e Vermudo II. Un é outro defenden intereses contrapostos, sintetizando a súa presenza no trono o predominio dunha ou outra facción no Goberno do reino cristián peninsular.

As novas circunstancias xeopolíticas na península, como consecuencia da debilidade do reino navarro e da ruptura do pacto entre Ramiro III e o califa de Córdoba, levaron os galegos a impulsaren unha nova candidatura ao trono. Neste contexto, produciuse o 15 de outubro de 982, na Catedral de Compostela  a coroación oficial de Velasquita e Vermudo II,   quen xa actuaba desde finais do ano anterior como monarca galego á vista do recollido nunha doazón ao mosteiro de Guimarães, fundado por Mumadona Dias, a matriarca do clan dos Méndez e “irmá de sangue” de Ramiro II.

A entronización de Vermudo e Velasquita

O acto de entronización de Vermudo e Velasquita foi toda unha declaración de intencións do programa político do monarca e do novo núcleo de poder no reino. A presidencia do mesmo correspondeu a San Rosendo, que volveu a Compostela após ser apartado da cadeira episcopal por Rodrigo Vasques, home de Ramiro III na Galiza, para impor o seu fillo Paio Rodrigues como bispo. Ao tempo, estiveron presentes os membros do núcleo central da oligarquía galega como Gonzalo Mendes e os seus fillos, Goterre Osorio, Aloito Fernandes, Rodrigo Ordoñes ou Froila Vímaras.

O novo rei non conseguiu o control efectivo do reino até finais de 984. Se desde 981 a área galega portuguesa xa estivo rexida polo novo monarca, este atopou resistencia nunha parte das terras leonesas e castelás. Así as cousas, Vermudo actuou durante tres anos como rei privativo da Galiza, asumindo o control doutras zonas da coroa a partir de mediados de 984. Malia que a historiografía españolista retrasa até 985, data da morte de Ramiro III, a entronización de Vermudo en León, á altura de 984 as terras de Saldaña xa estaban baixo o seu Goberno, resistíndose até o final o condado de Castela, en mans de García Fernández, fillo de Fernán González, co apoio das tropas musulmás.

Vermudo vai actuar en política como un instrumento do partido galego. O seu círculo familiar está formado polos Goterres, destacando entre estes Mendo González, conde de Portugal, titor do fillo de Vermudo, Afonso V e pai da súa esposa, a futura raíña Elvira Mendes. Ao tempo, o monarca liga lazos con esta familia ao casar con Velasquita Ramíres membro da saga dos Guterres, como filla de Adosinda, irmá de San Rosendo e da raíña Goto e filla de Santa Aldara. O propio Vermudo fai  parte tamén deste grupo familiar, na súa condición de neto de Ramiro II, fillo de Elvira Mendes.

Os Goterres

O circulo dos Goterres significa o núcleo central de poder da monarquía hexemónica no espazo cristián peninsular e evidencia a orixe galega de todos os reis e raíñas desde finais do século IX até comezos do século XIII. Unha viaxe pola rama paterna de Vermudo , neste caso a dos Goterres, onde San Rosendo xoga o papel de cabezaleiro, certifica que sete mulleres desta familia, rematan como raíñas, Elvira Mendes, Adosinda Goterres, Aragonta Gonzales, Goto Nunes, Teresa Ansures, Velasquita Ramires e Elvira Mendes.

A historiografía españolista non adoita a ser xusta con Vermudo. Coñecido como o Gotoso, por sufrir da doenza de gota, alcume imposto polo seu inimigo Paio de Oviedo, o seu cronista, o bispo Sampiro cualifícao de “prudente”, porén o relato maioritario colócao como un monarca incapaz, seguindo a liña argumental aplicado a aqueles reis que se teñen caracterizado durante a súa vida polo enfrontamento con Castela. Ao tempo, as circunstancias políticas marcadas polo grande vigor do Califato de Córdoba e dunha endiañada situación interna non van facer doada a súa xestión.

A valoración negativa sobre este monarca galega está condicionada polo sentido da súa acción de goberno. Precisamente, toda a súa vida política está cruzada cun duro enfrontamento co partido castelán, que tentaba o control dunha parte do Reino da Galiza, naquela altura conformado por un amplo territorio, cuxos lindes chegaban desde o Cantábrico até o Mondego e desde o Atlántico ás terras de Araba e Castela.


Sétima Legião - Reconquista

 Banda portuguesa dos anos 80. Curiosa esta canção de letra histórica e mitológica na que fala dos celtas,  da Galiza e das conquistas dos nossos reis e a Reconquista contra os mouros.


 

Dos mares da Irlanda e das costas da BretanhaVão partir velas ao SolHá bandeiras desfraldadas, torres, lanças, brilham espadasVão reconquistar o SulOs Celtas que vão partirQuando o Sol nascer...Grinaldas nas ameias, ardem asQue não nos podem queimarGaiteiros enfeitados, vão tocar cantos passadosPor aqui vai começarE vem dançar, vem dançarAté o sol nascerDas ribeiras da Galiza, através da Ibéria antigaEm nome dos nossos ReisRetomar as fortalezas, "Sant'Iago e aos Mouros"Para impor as nossas leisOs Celtas que vão partirQuando o mar crescer...Ignorem-se os presságios que nos falam de naufrágiosVão partir velas ao solSão guerreiros enfeitados que ao som de cantos passadosVão reconquistar o SulMas vem dançar, vem dançarAté o sol nascer...
Dos mares da IrlandaGaiteiros GuerreirosBandeiras FogueirasCastelos Reconquista

 

sábado, 30 de septiembre de 2023

EL MENSAJE FATAL DEL ACTIVISMO SINODAL. La Iglesia es de la gente, o de la jerarquía?

 


EL MENSAJE FATAL DEL ACTIVISMO SINODAL

 por Martin Grichting 8 . 7 . 23 Traducción del original, de la revista First Things.

 Los obispos alemanes y suizos han llegado a un callejón sin salida con su proyecto "sinodal". El camino a seguir está bloqueado por el muro de la doctrina de la fe tal como la sostiene la Iglesia mundial, mientras que detrás de ellos los activistas eclesiásticos exigen cambios sustanciales en la doctrina de la Iglesia. Esta situación tiene un aspecto positivo. La crisis actual está revelando que una concepción anticuada de la Iglesia está llegando por fin al fin de su dominio. Esta concepción de la Iglesia tiene su origen en el Concilio de Trento. Frente a la Reforma, Trento sostuvo que la Iglesia era ante todo una institución, tan visible como la República de Venecia, argumentó Roberto Belarmino. Este énfasis en la Iglesia como jerarquía encarnada era importante y necesario en aquella época. La Iglesia no sólo sobrevivió a la Reforma, sino que floreció. Podemos contemplar con asombro la cultura católica postridentina de santos, una sólida piedad popular y una presencia social efectiva en las obras de educación cristiana y caridad. Pero el énfasis tridentino en la Iglesia como institución era unilateral. Tendía a considerar que la esencia de la Iglesia estaba encarnada en la jerarquía, los obispos, los sacerdotes y las órdenes religiosas. Localmente, esta forma social de la Iglesia se manifestaba sobre todo en la parroquia, en torno a la cual se reunían multitud de asociaciones, congregaciones y grupos. Para los bautizados, participar en la misión de la Iglesia significaba ante todo ser activos en las estructuras eclesiales bajo el clero y con él. La "parroquia viva" era la regla de oro. Ser cristiano se definía por la participación en las instituciones dirigidas por la jerarquía. El clérigo o miembro de una orden religiosa representaba la "perfección" que sólo podía alcanzarse a distancia del mundo. La vida cotidiana del cristiano laico en la familia, en las profesiones y en la realidad política y cívica se explicaba demasiado poco. Pocos imaginaban que uno pudiera vivir su misión cristiana y eclesial "en el mundo" o que alguien que viviera en el estado de vida laical pudiera ser también "la Iglesia". Los obispos del Concilio Vaticano II reconocieron los importantes cambios que había provocado la modernidad. La Ilustración y la Revolución Francesa marcaron el fin de las sociedades corporativas, y el "mundo separado" de la vida eclesiástica se debilitó. Por ello, intentaron complementar la visión jerárquica e institucional del Concilio de Trento. Después de todo, en los tiempos modernos la Iglesia ordenada jerárquicamente se hizo menos "visible" como la "sociedad perfecta". Los cambios políticos y culturales hicieron que dejara de funcionar como contraparte del Estado y de la sociedad civil. Más bien, el individuo, como ciudadano y como cristiano, pasó a un primer plano. El Vaticano II abordó esta nueva realidad, especialmente la idea de la primacía del individuo, y trató de impartir al bautizado una espiritualidad que le convirtiera en sujeto eclesial activo en la moderna sociedad de los libres e
iguales. Fortalecido por la labor pastoral del clero y modelado por su conciencia cristiana, debía ser él mismo un agente eclesial en medio del mundo. El cristiano debe vivir su fe en su propio nombre, y no como emisario de la jerarquía: en su profesión, en la política y en los medios de comunicación, en la sociedad civil, en su familia y entre sus amigos. En el capítulo IV de la Lumen Gentium, el Vaticano II logró esta síntesis de la fe cristiana con las sociedades surgidas de la Ilustración. Y, por supuesto, el Concilio lo hizo sin sacrificar la sustancia de la doctrina de la fe. Sin embargo, viendo las conversaciones que tienen lugar hoy en la Iglesia, se diría que este capítulo de la Lumen Gentium no se ha escrito nunca. Al menos, sigue siendo malinterpretado en gran parte de la Iglesia. Incluso después de las aclaraciones del Vaticano II, se mantuvo y desarrolló la concepción tridentina de la Iglesia. Los impulsores de la "reforma" declararon correctamente que los laicos tienen una tarea eclesiástica insustituible, que hasta entonces había sido descuidada. Pero concluyeron erróneamente que los católicos laicos debían llevar a cabo esta misión dentro de las estructuras eclesiásticas. El sistema de sínodos y concilios desarrollado tras el Concilio fue la consecuencia. Lo que se persigue actualmente en determinadas iglesias y en la Iglesia universal bajo el nombre de "sinodalidad" representa la continuación de la concepción tridentina de la Iglesia por otros medios. Se trata de un intento anacrónico de mantener y ampliar una imagen anticuada de la Iglesia, centrada en la jerarquía, en nuestra era democrática, empleando a los laicos dentro de la estructura de la Iglesia y reservando un espacio para la consulta y la toma de decisiones dentro de la Iglesia. Sólo importa la Iglesia institucional: Este es el mensaje fatal del activismo sinodal. Se supone que los fieles deben vivir la llamada al discipulado principalmente junto con la jerarquía y bajo su liderazgo. El resultado es la clericalización de los laicos, que conduce a conflictos con los sacerdotes y diáconos. El Vaticano II reafirmó que existe una diferencia esencial entre el sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio jerárquico. Por lo tanto, es una extraña especie de recaída en la teología de los tiempos preconciliares cuando se hacen cada vez más intentos de conferir tareas eclesiásticas a los laicos "por decreto" -tareas reservadas para aquellos que han recibido el sacramento del Orden Sagrado. Hay una ceguera generalizada. Obispos, sacerdotes y activistas laicos que se creen progresistas no se dan cuenta de que están atrapados en una mentalidad anterior al Vaticano II. Están exacerbando la fijación clerical tridentina -en sí misma una distorsión de Trento- al tratar de convertir a los laicos en clérigos de facto. No hace falta ser profeta para darse cuenta de que esta "estrategia" de "actualización" de la Iglesia, basada en presupuestos teológicos erróneos, es contraproducente. En la práctica, resulta ser un programa de autoempleo para los que ya trabajan para la Iglesia. Además, consolida una institución eclesiástica autosatisfecha que no tiene ningún atractivo para la sociedad poscristiana. Es incómodo para los obispos verse atrapados entre el "no" de la Iglesia
mundial y la presión de los activistas que se creen progresistas, pero que en realidad son tradicionalistas incapaces de ofrecer ninguna perspectiva de futuro. Esto acelera el declive de la Iglesia. Comprender y aplicar las enseñanzas del Vaticano II sobre la misión de los laicos es la única manera de avanzar. Los laicos deben querer tener voz como cristianos. El Concilio Vaticano II les dice en Lumen Gentium: "El Señor quiere extender su Reino también por medio de los laicos. . . . Por tanto, por su competencia en la formación secular y por su actividad, elevados desde dentro por la gracia de Cristo, contribuyan vigorosamente con su esfuerzo, para que los bienes creados sean perfeccionados por el trabajo humano, la habilidad técnica y la cultura cívica en beneficio de todos los hombres, según el designio del Creador y la luz de su Palabra." Los laicos deben querer ofrecer un sacrificio a Dios como sacerdotes. ¿Cómo hacerlo? El Concilio afirma que todos los fieles participan del oficio sacerdotal de Cristo: Todas sus obras, oraciones y esfuerzos apostólicos, su vida conyugal y familiar ordinaria, sus ocupaciones diarias, su descanso físico y mental, si se llevan a cabo en el Espíritu, e incluso las dificultades de la vida, si se soportan con paciencia: todo esto se convierte en "sacrificios espirituales aceptables a Dios por Jesucristo". Junto con la ofrenda del cuerpo del Señor, se ofrecen de modo muy apropiado en la celebración de la Eucaristía. Así, como los que en todas partes adoran en santa actividad, los laicos consagran a Dios el mundo mismo. Los laicos deben querer anunciar la fe. Para ello, les dice el Concilio: "Los laicos son poderosos anunciadores de la fe en lo que se puede esperar, cuando a su profesión de fe unen con valentía una vida que brota de la fe. Esta evangelización, es decir, este anuncio de Cristo por un testimonio vivo, así como por la palabra hablada, adquiere una calidad específica y una fuerza especial en la medida en que se lleva a cabo en el entorno ordinario del mundo." Sólo si logramos comunicar esta espiritualidad a los laicos, y si éstos son capaces de ponerla en práctica en su vida cotidiana, el cristianismo recobrará relevancia en el Estado y en la sociedad civil. El embrague -la misión de los laicos- debe ser liberado. De lo contrario, la perpetuación del inmovilismo preconciliar conducirá a la irrelevancia. 

 Martin Grichting fue vicario general de la diócesis de Chur (Suiza) y publica sobre temas filosóficos y religiosos.