El talento se forma en la calma, el carácter en la
tempestad. (Goethe)My fellow Americans, ask not what your country
can do for you, ask what you can do for your country. (kennedy)
Vaya por delante y como inicio que creo que la vida me formó, por circunstancias, más en el carácter que en el talento. He vivido casi
siempre en la tempestad, parte por mi
profesión de militar, que me obligaba a ello y
parte por buscarlo. No me considero hombre de talento. No sé si soy de carácter, pero siempre sentí que tenía que estar preparado para tener
carácter, para responder de forma rápida,intuitiva,disciplinada ante las situaciones
que podría encontrarme. Hasta dar la vida por ello, si así venía la cosa. El soldado de infantería es más que nada una persona generosa, dispuesta y entregada, donde el objetivo es cumplir la misión, sin poner condiciones. Si el infante ejerce de jefe debe ser el más ejemplar y motivador de sus soldados. Así me eduqué o
me formé. Durante muchos años y por esta bendita deformación profesional, me falta la calma
para el estudio reflexivo y calmado. Siento que cuando me veo en la responsabilidad de
decidir me creo obligado a hacerlo rápido, sin dilaciones estériles, que retrasen el cumplimiento de la misión. Eso, aveces, ocasiona errores, no lo niego,
pero ya dije que creo que me falta talento. Cuando un militar siente que tiene
que tomar una decisión, normalmente no tiene mucho tiempo para hacer un estudio
sesudo de variables y consecuencias. Toma la decisión basándose en las lecciones aprendidas, estudiadas o practicadas en momentos similares, reales o ficticios. Sabe que tiene que decidir y tira de su bagaje de
conocimiento interno, casi intuitivo y se lanza a la acción, sabiendo que el éxito nunca está asegurado y todo puede
salir mal. En la guerra las decisiones
hay que tomarlas, normalmente rápidas,pero el buen militar no es un robot, tiene que tener y cultivar algo fundamental, saber tomar la iniciativa cuando no tenga una orden, un jefe y hayan cambiado las circunstancias. Y no estoy hablando del General o su Estado Mayor, estoy pensando en el soldado y el cabo de un pelotón de infantería. El ser disciplinado requiere conocer la misión y la orden recibida y no va reñida con la iniciativa, cuando es preciso. Las circunstancias pueden ser múltiples e imprevistas y no se
pueden caer en la inacción. En paz, aunque muchos lo desconozcan, la vida
militar es una preparación continua para una hipotética realidad extrema.
Y concretando más sobre al talento y de carácter,digamos que la mente tiene dos sistemas de pensamiento:
Uno, rápido, intuitivo y emocional.
Otro, más lento, reflexivo y racional.
El primero proporciona conclusiones de forma automática para muchas actuaciones ordinarias. El segundo respuestas conscientes a problemas complejos. El primero asocia la información con los patrones existentes, o pensamientos, en lugar de crear nuevas experiencias.
Si ultrapasamos al individuo y trasladamos eso mismo a nuestra organización social y política, podemos deducir que son estos conceptos unos elementos fundamentales y complementarios para que funcione sanamente una sociedad democrática, solidaria y unida. Es preciso que haya talento y también carácter. Que haya emoción, intuición, voluntariedad y también reflexión y racionalidad. Gente que piense y gente de acción. Unos tendrán más de lo uno y los otros más de lo otro, y muchos tendrán las dos virtudes, y las sabrán combinar. Pero no pidamos que el militar decida al mismo ritmo que el científico ni que el político decida al mismo ritmo que el militar. Aunque en este caso los mejores resultados se dieron en la mezcla de los dos, y pienso entre otros en ese genio militar y político que fue Napoleón.
Seamos, como seamos, todos somos necesarios, y es fundamental que todos formemos un equipo. El militar, el sanitario, el bombero, el trabajador del supermercado, el de la gasolinera, el político, el policía, todos formamos un engranaje, en la misma nación en el mismo Estado y más allá de ello. Podemos considerarnos diferentes, pero es un absurdo, la crisis económica nos afecta igual a todos en las sociedades modernas. No huyamos de nosotros mismos. Cada vez tenemos más interrelación interesada entre ricos, pobres y clase media . Las antiguas clases sociales no son tan estables como antes. Hay ricos y pobres, pero más permeabilidad social y subidas y bajadas espectaculares.
En ese equipo nacional, es necesario un líder, un gobierno. Siempre, pero especialmente en la tempestad y en la guerra, es fundamental seguir
al líder, o si lo prefieres practicar algo tan sublime como la lealtad. El lider o lo líderes, se distinguen bien, son aquellos a los que por nuestra decisión y de forma legítima les ha tocado
tomar las decisiones. Se puede disentir y comunicar a quién decide los pros y
contras de sus decisiones, y hacerle ver los errores que creamos existen. Eso es lealtad. Ahora bien, en la
ejecución de las órdenes recibidas, todo el
colectivo debe ser una sola voz y un solo hombre en la gestión y
ejecución de las tareas que hay que hacer. El momento de la ejecución y del
cumplimiento de las normas, no es el momento de hacer ruido, es el turno de la
disciplina, del trabajo común, del apoyo positivo y unir fuerzas para vencer.
Mi jefe, mi líder, mi responsable político, puede ser en mi juicio, muy malo,
pero es mi jefe. Mi obligación de miembro de la nación, o del colectivo, o de
la unidad militar, es apoyarlo en sus
decisiones, no por voluntad ciega, si no entre otras cosas, porque es el que
tiene más datos y medios para tomar la decisión.Pero al mismo tiempo porque o
el ataque se hace unido o coordinado o de lo contrario el fracaso es
evidente. Su suerte es nuestra suerte, repitiendo las palabras del jefe
del PSD portugués al presidente del Gobierno de su país. Sabias y honestas
palabras de un dirigente político que sabe que en un pequeño país de economía
modesta si el barco se hunde él también se hunde. Esto es lealtad. La lealtad, que no es sumisión, es un bien, tanto jurídico como moral, que hace progresar cualquier organización, país
o familia. En la buena fe y la lealtad se hicieron miles de negocios durante
épocas, que más tarde el Derecho convirtió en norma escrita. Un militar tiene
que ser tan disciplinado como leal. Lealtad que
tiene dos direcciones, con el superior y con el subordinado. La lealtad
al jefe la conocemos, pero es tan importante la lealtad al subordinado, al que está obligado por disciplina a la obediencia. Esa lealtad al subordinado exige darle información,
tener empatía con él, darle ejemplo en ser el primero en aceptar las
condiciones de vida y los riesgos, dar el valor y la consideración que tiene
y dar la cara por él si el momento le
exige. Lealtad que vale para el político con su subordinado. Lealtad recíproca.
Son tiempos de tempestad. Tiempos de lealtad, unión y liderazgo.
El espectáculo en
la política española es patético. La
división de las dos Españas no tiene arreglo. Lo que se oye en las redes, en
las declaraciones políticas, en portadas de prensa, los bulos y noticias
sesgadas y las discusiones inventadas por detalles menores que no conducen a
nada, dan una imagen triste de un país, sumido en un problema general muy grave que tendrá que estar muy unido para reflotar una
economía que quedará tocada. Parece como si parte de España tuviera que ir al psiquiatra.Un poco de silencio es necesario. De pensar en altura y no malgastar el tiempo en cuestiones banales.
Que diferencia con la imagen que está dando el pueblo español. Es magnífica la entrega en el cumplimiento de normas y la solidaridad. El personal sanitario ha demostrado un valor y una eficacia encomiables. Ese colectivo si que ha conjugado talento, carácter, lealtar y mucha generosidad. Ese río de positivismo es la mejor arma para organizar el país como un frente unido para combatir los malos tiempos. Orgullo de ciudadanos, sin duda.
También es para felicitar la actuación de las Fuerzas Armadas como complemento y ayuda en las actuaciones. Vemos como por las circunstancias que tenemos se ha tomado la buena decisión de ver el ejército en la calle. Con éxito, sin
duda, su actuación en cualquier situación, como no podía ser de otra manera. No es mérito, es lo normal. Una organización preparada, flexible, versátil, da buenos resultados en estas situaciones y las que fueren. Sobre esto existe un gran desconocimiento por parte de la ciudadanía y una
propaganda interesada que no se corresponde con una democracia moderna y una
nación avanzada.Francia tiene a sus soldados en la calle haciendo labores de patrullaje y control ciudadano por las alertas de terrorismo, y es lo normal. Aquí es diferente, la verdad es que todo tiene sus causas que no vamos a tocar ahora. Pero el caso es que se pierde un valor, una fuerza, dispuesta que la sociedad paga y que en ciertos momentos se puede utilizar como algo normal. Un Ejército que no relacionado con el pueblo e inmiscuido con el, no es tal. Pensamientos trasnochados, interesados y atávicos siguen pesando en esta sociedad . El caso es que no hay término medio. Unos están en contra de que el Ejército esté en la calle, por múltiples y peregrinas razones confundiendo churras con merinas. Otros, haciéndole un flaco favor al propio ejército consideran a las Fuerzas Armadas como suyas,
y tanto las jalean y abrazan que las ahogan entre sus anhelos imperiales. Menos mal que la gran
mayoría ven a las FAS, como algo suyo y como un elemento
más de apoyo, cumpliendo los cometidos que haga falta que por sus
características de flexibilidad, rapidez, unidad de acción y disciplina las
hacen aptas para una rápida ejecución de una actividad en tiempo de crisis. Eso
va desde el control de carreteras,
mantenimiento del orden público, limpiar residencias, montar hospitales y miles
de actividades que podrían hacer. Porque
salen baratas y están preparadas para eso y para defender el territorio de un ataque enemigo. Ahí su
versatilidad y eficacia. Las FAS, cuando todo el país está demostrando una
empatía, una solidaridad y disciplina encomiables no necesita que la jaleen ni
la utilicen, sólo quieren ser vistas con normalidad, cariño, y sentirse
eficaces.Y sobre todo quieren verse de todos, no de unos pocos.
Precisamente, y desgraciadamente,
aquellos que más utilizan la imagen y el
jaleo barato de las FAS, son los mismos que no reconocen al líder político que les ha
tocado, y al gobierno que democráticamente manda en el país. Montan espectáculos
burdos y patéticos llenos de mentiras y enredos que hacen un flaco favor a la unidad
frente a la pandemia. Los que más creen estar cerca del pensamiento militar no
han captado el concepto de que igual que un ejército un país en tempestad tiene
que funcionar como un ente jerarquizado, disciplinado y unido. Que pena
que discutan tanto al jefe político y no se
pongan a sus órdenes. Algunos que tanto añoran a Franco que se lean la definición de
disciplina de Franco, cuando era Director de la Academia General Militar allá en plena República, y pueden sacar conclusiones.
¡Disciplina!..., nunca buen definida y comprendida. ¡Disciplina!..., que no encierra mérito cuando la condición del mando nos es grata y llevadera. ¡Disciplina!..., que reviste su verdadero valor cuando el pensamiento aconseja lo contrario de lo que se nos manda, cuando el corazón pugna por levantarse en íntima rebeldía, o cuando la arbitrariedad o el error van unidos a la acción del mando. Esta es la disciplina que os inculcamos, esta es la disciplina que practicamos. Este es el ejemplo que os ofrecemos.
Francisco Franco 14de junio de 1931.