Primero ha engañado a todo el mundo, incluido al Rey, cuando doce horas antes dijo que aceptaría el someterse a la investidura. Hizo trampas al solitario. Seguramente lo hizo para ganar tiempo después de la propuesta de Iglesias con el ánimo de que si había una propuesta Psoe-Podemos esta fracasaría no ya en el Parlamento sino antes de que consiguiese fraguarse. Y en ese intento de hacerla fracasar si podía estar él y actuar. Más tarde, ante el aburrimiento y cansancio de la ciudadanía podía aparecer él , aún sin quemarse, con una nueva propuesta para la investidura.
Eso es lo que se puede pensar de lo que es posible que piense Rajoy, lo cual es difícil de saber. A veces hay quién opina que es difícil de saber lo que piensa porque no piensa nada realmente, sino que su método es que piensen los otros y él se encarga de la gestión del tiempo hasta el final ; hasta que se agoten las posibilidades y todos ya nerviosos se hayan manifestado o movido ficha. Juega en función del juego ajeno, es su estilo.
El tiempo para Rajoy es poder. Mientras haya tiempo aún tiene poder, en cuánto mueva ficha, se haya mojado, ha perdido parte o todo ese poder acumulado que es el que da la incógnita permanente. Él sabe hacer de la inacción la acción en si misma y de la no-decisión una forma de decidir. Eso que sabemos y que tantas veces se ha manifestado en su proceder, sobran los ejemplos, sin duda el más reciente el relacionado con la convocatoria electoral ´que llegó a convocarla en plenas navidades estirando el tiempo de la decisión, no podía defraudarnos en esta ocasión.
Con esos antecedentes la conclusión estaba cantada ahora que la propuesta de investidura de un nuevo presidente es la más compleja, con mucho, de la historia democrática. Es difícil la proposición de un candidato cuando nadie se ha postulado con apoyos. Pero hay una Constitución que en su artículo 99 de la C.E. prevee estas cuestiones, las normales, pero no había previsto la actuación de Rajoy. Hay dos meses para elegir al candidato una vez que se inicie el proceso por el cual el Rey comunica al Presidente del Congreso a quién propone. En ese tiempo se pueden proponer cuantas candidaturas sean necesarias( art. 99.4 C.E. ). La facultad de proponer, de las pocas que tiene, es del Rey.
Si hubiese una mayoría absoluta en las elecciones por una candidatura el Rey tenía el mero formalismo de proponer a ese candidato; de haber una mayoría simple el Rey habla con los líderes políticos y saca la conclusión de quien tiene apoyos para ser presidente y lo propone. Si como es el caso nadie se aclara el Rey debe proponer por lógica a la lista más votada, aunque esto no está escrito. Debe proponer a esa lista para que empiece al menos a correr el tiempo de los dos meses y si en ese tiempo no se consigue llegaremos a elecciones anticipadas. La reacción de Rajoy rompió ese esquema máxime cuando por parte del PP se estaba diciendo que el Rey tenía que dar la opción a la lista más votada aún en el caso de que hubiera un posible acuerdo de coalición por otros partidos. Eso es falso totalmente, y se ha visto reflejado en lo que ha pasado. El Rey al ver que Rajoy no tiene apoyos y se encuentra con una coalición fuera de la lista más votada debe y tiene que proponer a esa coalición que forme gobierno. Si el Rey llega a hacer eso se hubiese descargado el trueno sangriento de la vulneración de la lista más votada, tantas veces utilizado de forma interesado.
Rajoy dejó al Rey a los pies de los caballos, de hecho la nota de la Casa Real, viene a decir que el Rey cumplió con su trabajo pero que Rajoy no aceptó. Si no hay nadie le corresponde a la lista más votada intentarlo y quemarse si tiene que quemarse y seguir en ese tiempo de los dos meses intentando apoyos en el supuesto de que fracasen otros. La actitud de no querer presentarse e iniciar el proceso nos lleva a que podemos estar incluso cuatro años así, ya que la Constitución no contempla este supuesto, y el proceso puede ser eterno. Si con el tiempo que ha pasado desde las elecciones no tiene apoyos pues que decline el ofrecimiento pero retirándose de la opción de formar gobierno y deje que el Rey explore otras posibilidades. Lo que está fuera de lugar es declinar al decisión real y seguir como candidato a esperar hasta no sé cuando que las condiciones cambien. Puede haber un desastre nacional, ojala no, un atentado, un caso de corrupción de los otros, cualquier cosa. O sea peor de lo que está no va a estar, no tiene nada que perder, así que puede utilizar la postura del percebe de esconderse y aferrarse a la roca y hacer de esto un juego con un poco de sorna pensando que es más listo que el resto.
Pero no es lo institucionalmente más correcto, para quién habla de que hay que ser serios, el respeto institucional y la preocupación por los problemas de la gente.
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