lunes, 25 de enero de 2016

Todavía no estoy preparado Majestad.

  


   
Sin duda el hecho de  la actuación de Pablo Iglesias ha dejado desapercibida la actuación de Mariano Rajoy en cuanto a la investidura propuesta por el Rey. Ha pasado  desapercibida porque en primer lugar se vió como una respuesta a la maniobra de Iglesias, con lo que parece que es éste quién  lleva la iniciativa. Pero  estrategias aparte , ¿como se debe juzgar la postura adoptada por Mariano Rajoy ?.


  
Primero ha engañado a todo el mundo, incluido al  Rey, cuando doce horas antes dijo que aceptaría  el someterse a la investidura. Hizo trampas al solitario.  Seguramente lo hizo para ganar tiempo después de la propuesta de Iglesias con el ánimo de que si había una propuesta Psoe-Podemos esta fracasaría no ya en el Parlamento sino antes de que consiguiese fraguarse. Y en ese intento de hacerla fracasar si podía estar él y  actuar. Más tarde, ante el  aburrimiento  y cansancio de la ciudadanía podía aparecer él , aún sin quemarse, con una nueva propuesta para la investidura.
      Eso es lo que se puede pensar de lo que  es posible que piense Rajoy, lo cual es difícil de saber. A veces hay quién opina que es difícil de saber lo que piensa  porque no piensa nada realmente, sino que su método es que piensen los otros y él se encarga  de la gestión del tiempo hasta el final ; hasta  que se agoten las posibilidades y todos  ya nerviosos se hayan manifestado o movido ficha. Juega en función del juego ajeno, es su estilo.
   El tiempo para Rajoy es poder. Mientras haya tiempo aún tiene poder, en cuánto mueva ficha, se haya mojado, ha perdido parte o todo ese poder acumulado  que es el que da  la incógnita permanente.  Él sabe  hacer de la inacción la acción en si misma  y de la no-decisión una forma de decidir. Eso que sabemos y que tantas veces se ha manifestado en su proceder, sobran los ejemplos, sin duda el más reciente el relacionado con la convocatoria electoral ´que llegó a convocarla en plenas navidades estirando el tiempo de la decisión, no podía defraudarnos en esta ocasión.

      Con esos antecedentes la conclusión estaba cantada ahora que la  propuesta de investidura de un nuevo presidente es la más compleja, con mucho, de la historia democrática. Es difícil la proposición de un candidato cuando nadie se ha postulado con apoyos. Pero hay una Constitución que en su  artículo 99 de la C.E.  prevee  estas cuestiones, las normales, pero no había previsto la actuación de Rajoy. Hay dos meses para elegir al candidato una vez que se inicie el proceso por el cual el Rey comunica al Presidente del Congreso a quién propone. En ese tiempo se pueden proponer cuantas candidaturas sean necesarias( art. 99.4 C.E. ).   La facultad de proponer, de las pocas que tiene, es del Rey.
   Si hubiese una mayoría absoluta en las elecciones por una candidatura  el Rey tenía el mero formalismo de proponer a ese candidato; de haber una mayoría simple el Rey habla con los  líderes políticos y saca la conclusión de quien tiene apoyos para ser presidente y lo propone. Si como es el caso  nadie se aclara  el Rey debe proponer por lógica a la lista más votada, aunque esto no está escrito. Debe proponer a esa lista para que empiece al menos a correr el tiempo de los dos meses y si en ese tiempo no se consigue llegaremos a elecciones anticipadas. La reacción de Rajoy rompió ese esquema máxime cuando por parte del PP se estaba diciendo que el Rey tenía que dar la opción a la lista más votada aún en el caso de que hubiera un posible acuerdo de coalición por otros partidos. Eso es falso totalmente,  y se ha visto reflejado en  lo que ha pasado. El Rey al ver que Rajoy no tiene apoyos y se encuentra  con una coalición fuera de la lista más votada debe  y tiene que proponer a esa coalición que forme gobierno. Si el Rey llega a hacer eso se hubiese descargado el trueno sangriento de la vulneración de la lista más votada, tantas veces utilizado de forma interesado.

     Rajoy dejó al Rey a los pies de los caballos, de hecho la nota de la Casa Real, viene a decir que   el Rey cumplió con su trabajo pero que Rajoy no aceptó. Si no hay nadie le corresponde a la lista más votada intentarlo y quemarse si tiene que quemarse y seguir en ese tiempo de los dos meses intentando apoyos en el supuesto de que fracasen otros. La actitud de no querer  presentarse e iniciar el proceso nos lleva a que podemos estar incluso cuatro años así, ya que la  Constitución no contempla  este supuesto, y el proceso puede ser eterno. Si con el tiempo que  ha pasado desde las elecciones no tiene apoyos pues que  decline  el ofrecimiento pero retirándose de la opción de formar gobierno y deje que el Rey explore otras posibilidades. Lo que está fuera de lugar es declinar al decisión  real y seguir como candidato a esperar hasta no sé cuando que las condiciones cambien. Puede haber un desastre nacional, ojala no, un atentado, un caso de corrupción de los otros, cualquier cosa. O sea peor de lo que está no va a estar, no tiene nada que perder, así que   puede utilizar la postura del percebe de esconderse y aferrarse a la roca y hacer de esto un juego con un poco de sorna pensando que es más listo que el resto.
    
     Pero  no  es lo institucionalmente más correcto, para quién habla de que hay que ser serios, el respeto institucional y la preocupación por los problemas de la gente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios: