Las leyes mantiene su crédito por ser leyes, no por ser justas. Quién obedece una ley por ser justa, no necesita la ley, ya que lo hace por un sentido moral. El misticismo de la Ley es que se obedezca en el Estado de Derecho por ser Ley.
El Derecho es el resultado del diálogo. Las leyes son acuerdos. Cuando escribimos los acuerdos los hacemos Derecho o la ley.
La diferencia entre Legitimidad y Legalidad es una trampa, comparable al aforismo de si es antes el huevo o la gallina. No hay legalidad si no hay legitimidad o sociedad democrática, pero tampoco hay legitimidad sino emana de una mayoría que decreta la legalidad. Son simultáneas.
El Estado es un artificio que nos hemos inventado para representar la convivencia. El objetivo es la convivencia. Es una falsedad decir que un Estado democrático es el pensamiento de la mayoría. Es al revés lo que diferencia a un Estado democrático es el respeto a las minorías. Democracia es una defensa permanente de las minorías para que estén representadas.
La sociedad democrática se da asimismo los derechos. No existen per se, fuera de una sociedad que se da las reglas de juego. El Derecho a decidir no existe si previamente no se ha identificado y democráticamente se da como derecho.
Es inevitable en el futuro un referendum o consulta, porque hay una sociedad que lo demanda, como salida a un conflicto político, e inevitable. No podemos precisar cuanto se tardará, pero sólo hay esa salida. Lo que no se puede es crear un grave conflicto sobre la convivencia , por eso es necesario reconducir el problema y darle un trato político, de pacto, de consenso, de diálogo. Pero la política es la que tiene que poner las reglas de respeto a la minoría, las reglas de como, cuando, cada cuanto tiempo se va a celebrar, quién lo convoca, que mayoría es necesaria etc. y eso es una negociación política.
Con una reforma , de las sencillas, de la Constitución se podría celebrar un referendum o consulta. Lo que es absurdo es hacerlo de forma unilateral, basándose en un derecho primaria de una soberanía propia que engloba un intemporal derecho a decidir, eso sería antidemocrático. De todas formas lo ideal sería una reforma profunda del tema territorial en España, y una reforma de la Constitución, incluyendo monarquía o república y que podía hacer constar si así se decide un derecho a decidir para aquellas partes de España, consideradas naciones. Pero existiría el derecho a decidirde forma legítima-legal-pactado.
La Constitución , precisa de reforma para dar cabida a nuevas pautas políticas y sociales. El salto que dio Suárez en el 78, es bien más grande que el que se pueda dar ahora, y se dió. Vivimos otro en otro ámbito social y político, hay ya otra generación en la gestión y otras generaciones jóvenes, y la suerte es que vivimos en un tiempo en que si se quiere se puede utilizar el diálogo y el pacto, para seguir funcionando en convivencia como Estado o Nación de naciones.
En el tema territorial no hemos avanzado, hemos retrocedido. Los canales están muertos y se ha deturpado el lenguaje y la propaganda de tal forma que la sociedad está desorientada al respecto. Y no es un problema nuevo en España, es más bien eterno.
Con una reforma , de las sencillas, de la Constitución se podría celebrar un referendum o consulta. Lo que es absurdo es hacerlo de forma unilateral, basándose en un derecho primaria de una soberanía propia que engloba un intemporal derecho a decidir, eso sería antidemocrático. De todas formas lo ideal sería una reforma profunda del tema territorial en España, y una reforma de la Constitución, incluyendo monarquía o república y que podía hacer constar si así se decide un derecho a decidir para aquellas partes de España, consideradas naciones. Pero existiría el derecho a decidirde forma legítima-legal-pactado.
La Constitución , precisa de reforma para dar cabida a nuevas pautas políticas y sociales. El salto que dio Suárez en el 78, es bien más grande que el que se pueda dar ahora, y se dió. Vivimos otro en otro ámbito social y político, hay ya otra generación en la gestión y otras generaciones jóvenes, y la suerte es que vivimos en un tiempo en que si se quiere se puede utilizar el diálogo y el pacto, para seguir funcionando en convivencia como Estado o Nación de naciones.
En el tema territorial no hemos avanzado, hemos retrocedido. Los canales están muertos y se ha deturpado el lenguaje y la propaganda de tal forma que la sociedad está desorientada al respecto. Y no es un problema nuevo en España, es más bien eterno.
Está claro que detrás de todo el movimiento de una consulta unilateral y no democrática sin respeto a una legalidad hay un deseo de abrir campos y avanzar políticamente, hasta llegar a un referendum pactado y a un nuevo marco de convivencia entre el Estado y Cataluña. El camino parece una partida de ajedrez y que se actúa através de estrategias.
Existe en España una inflación de reflexión y continuas referencias a la nación y a la soberanía de las nacionalidades que componen España. En Escocia no se está recordando que son una nación, se da como obvio, ahora bien no se duda de que la soberanía, incluso la suya está depositada en el Parlamento de Wensminster. Así llegaron a un referendum legal y pactado.
La controversia de nacionalismos, porque todos somos nacionalistas de algún sitio, , da réditos polítcos y llegan fácilmente como mensaje al ciudadano, y es fácil también de que llegue adulterado, pero detrás de estos debates hay personas, convivencias cruzadas, intereses de vida etc. que son muy importantes para que sean respetados y se toquen con el máximo cuidado.
Un referendum si no se organiza bien, con claridad y pacto pueden ser la espoleta de un conflicto social muy grave. Como ejemplo de lo que no se puede hacer es el del Brexit en Inglaterra, el cual se hizo, rápido, exigiendo una mayoría ajustada, sin precisar más a fondo lo que se hacía y están ahora con que hay un cincuenta por ciento de ciudadanos que dicen que no está bien, que no se respetó a la minoría etc.
Un referendum si no se organiza bien, con claridad y pacto pueden ser la espoleta de un conflicto social muy grave. Como ejemplo de lo que no se puede hacer es el del Brexit en Inglaterra, el cual se hizo, rápido, exigiendo una mayoría ajustada, sin precisar más a fondo lo que se hacía y están ahora con que hay un cincuenta por ciento de ciudadanos que dicen que no está bien, que no se respetó a la minoría etc.
No es nada bueno, mejor dicho es malo, judicializar la política. Criminalizar la política es el suicido de una sociedad democrática, y un camino contra-natura. La política es pacto, consenso, diálogo para la convivencia. La justicia es el árbitro para conducir y dirimir las colisiones y malas praxis de la legalidad que ha producido la política.
El Derecho está para resolver conflictos no para crear héroes ni mártires, al juzgar ideas o comportamientos políticos por la Justicia.
El problema catalán es un problema político de convivencia y que necesita un avance en la configuración del marco constitucional y legal que nos hemos dado. El sistema está agotado, el Tribunal Constitucional está quemado, porque ha sido el que ha mantenido el sistema hasta ahora, sin tener que reformar la constitución, através de su jurisprudencia. Se ha convertido en un Tribunal de Justicia, ha perdido el sentir de tribunal político, que más que interpretar la Constitución era ir abriendo campos y creando canales de convivencia.
En este tema el Tribunal Constitucional se ha quemado en exceso con la sentencia sobre el Estatut de Cataluña y la sentencia sobre la declaración del Parlamento de Cataluñá sobre la soberanía y el derecho a decidir. ¿Porque tuvo que hacer una sentencia sobre una declaración de un Parlamento que no era ley, sólo era una declaración política? Ahora no hay canales para continuar. La política está muerta. Es necesario rehabilitarla.
Las leyes de referendum y de transición del Parlamento Catalán están faltas de legitimidad-legalidad-democracia. Son , repito, un golpe de fuerza, una movilización que conseguirán, la legitimidad por la vía del pacto polítco , o de lo contrario el camino es revuelta, el desprecio a las minorías, y un futuro quién sabe como será.
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