Se está haciendo viral y jocoso, que cada quince días en la sesión de control al Gobierno la pregunta del diputado del Partido Popular Sr. García Ejea a la ministra Yolanda Díaz, recibe una respuesta mesurada en el tono y cargada de datos.
La ministra, normalmente en segunda réplica, inicia su respuesta con ....Sr. García Egea le voy a dar un dato, o le voy a dar datos. Es ya un clásico. La coletilla sirve de inicio y anuncia un torrente de datos estadísticos y económicos que no admiten debate. Los datos cierran de forma objetiva la pregunta que sirve de introducción a la retaila de frases del Diputado.
El diputado utiliza un tono y una forma de preguntar que roza la frivolidad y que parece más de consumo entre sus amigos de tertulia que del parlamento. Si quiere preguntar a la ministra que piensa hacer ante la bajada de la luz, antes hace un recorrido sarcástico contra Podemos, resume el ambiente político etc. etc. y parece buscar que en frente se encuentre un mihura que le entre al trapo de las mentirijillas y sesgadas informaciones que trae. Es lo que busca evidentemente. Lo malo es que enfrente se encuentra una mujer y eso cambia un poco la cosa. Lo cambia porque el se corta un poco al preguntar o hacer comentarios, no vaya a ser que meta la pata faltándole. Ella obvia todo el atrezo de la pregunta que lo que busca es provocar y en primera contestación suele limitarse a hacer visible la frivolidad de los comentarios del diputado, sin entrar en ellos y lo deja correr; en segunda respuesta, después de que el diputado, siempre de forma cíclica le dice que no le responde a lo que pregunta, ella tiene el dato preparado y le contesta con el "no se si vd. sabe que"..... y " le voy a dar un dato"... y le suelta datos concretos y comprensibles para la gente. Todo ello con un tono dulce, con el tonillo galaico-ferrolano "le voy a dar un dato...", sin alterarse, pero transmitiendo seguridad.
El caso es que todo el mundo tiene la sensación de que García Egea sale compungido con la respuesta de la ministra. Ella tiene la ventaja de que cierra el debate y tiene de verdad los datos que si le favorecen puede arrasar, no le interesa entrar en otro terreno de un ocioso diputado de la oposición .
El caso es que la verdad que el hombre cuando toca preguntar parece que cada vez se corta más, con Pablo Iglesias enfrente parecía disfrutar y estaba más suelto. Le iba la marcha, esperaba más el aplauso de la grada y se sentía fuerte ante la responsabilidad en que le pedía su afición de meter en vereda al coletas y soltarle juntas todas las maldades que el ímpio estaba cometiendo. Ahí estaba él. Entonces no medía tanto sus palabras. Aquí, ahora, más bien , como diría Valdano, hay miedo escénico.
Las redes sociales se hacen eco de su sufrimiento cada quince días y lo celebran de forma irónica y cómica, con memes y comentarios de lo más jocoso para casi todos, menos seguro que para él, o no. (Rajoy dixit)
Son las cosas simpáticas de la política. Este enfrentamiento, no es tal y nunca llega a la crispación y al odio, por lo menos eso es lo que nos llevamos. La sonrisa de Yolanda Díaz y la comprensión ante las preguntas de un diputado campeón en lanzamiento de huesos de aceituna. Sin testosterona la acritud disminuye, bueno exceptúando a la diputada Olona de Vox. Siempre hay excepciones que confirman la regla.
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