Fonte: Archivos de la historia.
La Navidad a la que estamos acostumbrados se ha visto muy influida por las tradiciones de los vikingos, salvando las distancias, ellos celebraban el solsticio de invierno llamando Yule a dicha festividad, en la que celebraban el final de una etapa y el comienzo del nuevo año.
Para continuar hablando de nuestros queridos vikingos queremos aprovechar éstas destacadas fechas para hablar de la “Navidad”
vikinga. Evidentemente los vikingos no celebraban la Navidad,
celebraban, como muchas otras culturas, la llegada del solsticio de
invierno: la noche más larga del año, como una festividad pagana.
Esta fiesta celebrada por los pueblos
germanos (vikingos incluidos, no olvidemos su procedencia) se conocía
como Yule o Yuletide – y actualmente los daneses siguen llamándolo
“Jul”. Originalmente duraba doce días, coincidiendo con el solsticio de
invierno, alrededor del 21 de diciembre, y consistía principalmente en
una fiesta en familia. Normalmente los solsticios se relacionaban con la
fertilidad y el culto a los ancestros, y esta celebración no era una
excepción. Simbólicamente significa el culto a la naturaleza, al fin de
la oscuridad, recordemos que en zonas geográficas situadas tan al norte
el sol brilla por su ausencia (nunca mejor dicho), más aún en esas
fechas en las que la mayor parte del tiempo el sol está escondido, es
por ello que se celebra el fin de los días más oscuros y se da de nuevo
la bienvenida al alargamiento de los días.
El Yule era considerado como momento de
descanso, de final de ciclo en el trabajo, el final del año. Es por esto
por lo que la fertilidad cobra especial importancia, pidiéndose buenas
cosechas y prosperidad para el año que iba a comenzar, también se bebía,
por supuesto, por años y paz: “til aar og fred”. Con ocasión de esta
festividad, se ofrecían, como no podía ser de otro modo, sacrificios de
bienes y animales a los dioses, incluso llegaban a brindar con ellos,
ofreciendo un barril de cerveza con este motivo.
Pero vayamos por partes, Yule se
celebraba con un gran sacrificio, dedicado a los dioses de la protección
y la fertilidad, Frey y Thor, para seguir con un gran banquete donde
comían los animales que sacrificaban. Pero falta algo… ¿y la cerveza?
¡Por Odín! No puede faltar la cerveza en una fiesta vikinga, de hecho,
los vikingos tenían diferentes tipos de cervezas para según la ocasión
(bodas incluidas). En este caso se bebía la jólaöl.
Casi me parece estar escuchando el
estruendo y las risas del banquete (o puede que sean mis primos gritando
y correteando por casa, bastante parecido a una horda vikinga). Aparte
de los juegos, la bebida, la comida y la diversión, tampoco faltaba la
hospitalidad, otro rasgo característico de estas fechas. Se ofrecía
hospedaje con las mayores atenciones y homenajes a los que llegaban.
Como puntualización, el banquete se celebraba delante de las tumbas de
familiares y en su honor.
Vamos a ver ahora algunos rituales y tradiciones relacionadas con Yule:
Yule Log:
Esta tradición trataba de encender un
gran tronco del año anterior, que debía arder durante la noche. Sus
llamas espantaban a los malos espíritus y sus cenizas se esparcían por
los campos a la mañana siguiente con la creencia de que traería buenas
cosechas el año que entraba.
Yule Goat:
Una cabra, sí. Curiosamente es un símbolo
por excelencia en los países escandinavos en Navidad. Thor, el dios del
trueno, conducía un carro tirado por dos cabríos, con la peculiaridad
de que podía alimentarse de ellos y luego revivirlos cubriendo los
huesos con su piel y mediante el poder de su martillo, y eran éstos los
animales que se sacrificaban en su honor. Thor era también considerado
el dios protector de los campesinos, de la justicia, las cosechas y el
clima, es por ello que en esta parte de la celebración era el absoluto
protagonista.
En el siglo XIX, fue la cabra el animal
que se asoció con ser portadora de regalos. Imaginad la figura de Santa
Claus, pero en vez de pensar en un hombre con barba blanca y vestido de
rojo… Pues una cabra con un saco con regalos encima.
Yule Boar:
El típico jamón de Navidad, ni en eso
somos originales, esta era una tradición ancestral de los pueblos
germánicos que ha llegado hasta nuestros días.
Wassailing:
Esto consistía en ir de wassai por el
pueblo, es decir, en ir brindando y cantando. Su peculiaridad es que no
solo se brindaba con personas, sino que se podía brindar con elementos
de la naturaleza por un próspero año nuevo. Esto derivaría con el tiempo
en la práctica de ir de puerta en puerta cantando villancicos (o
canciones tradicionales), incluso se cantaba a las huertas para pedir
fertilidad y buenas cosechas.
El árbol de Yule:
Se colocaba bajo techo un árbol que
recordaba al Yggdrasil, el Gran Fresno de la mitología nórdica del que
penden los Nueve Mundos. Evidentemente da que pensar que de aquí sea de
donde venga la tradición del árbol de Navidad. San Bonifacio,
evangelizador de Alemania, cortó un árbol consagrado a Thor o a
Yggdrasil y colocó un pino en su lugar, significando el amor perenne a
Dios. Posteriormente lo decoraría, de tal manera que en teoría es éste
el origen de nuestra tradición.
Todo esto nos resulta muy familiar… Y no
es para menos, ya que la Navidad procede de esta fiesta pagana. Los
cristianos asimilaron estas festividades del solsticio de invierno para
la Navidad. Un error sería considerar como pueblos paganos sólo a los
vikingos o germanos, de hecho, los celtas, los íberos, romanos… Todos
estos pueblos contaban con sus celebraciones del solsticio de invierno.
Ya que con el auge del cristianismo la Iglesia comprendió que no podrían
cambiar estas festividades paganas, lo que hicieron fue adaptarlas y
convertirlas en celebraciones cristianas.
Fue en el siglo IV cuando se dejó de
celebrar el nacimiento del Sol para dar paso al nacimiento de Jesús y se
estableció el término de Navidad.