Aquí unos extractos de unos escritos sin editar llamados : "Cuando fui Suetonio". Historia de alguien , célibe y agente secreto de una Organización mundial , muy célibe y muy secreta, ligada a intereses muy vaticanistas.
Capitulo I, Capítulo III
Lisboa, Febrero 2016
"Aquí acaba o mar e principia a terra". Cuando Ricardo Reis llegó de Brasil, según nos cuenta Saramago, en un vapor inglés que atraca en el "cais de Alcântara", el cielo lanzaba generosamente calderos de agua en forma de lluvia sobre Lisboa.
Estoy sentado en un banco en el "cais" de Alcântara, na "marginal" lisboeta. Estoy sentado, dejando vagar mi mente, y dejándome acariciar por un sol mañanero del mes de febrero. Aquí estoy mirando el Tajo y el puente "do vintecinco de abril" y más allá en la lejanía veo el gran puente "el Vasco da Gama". Los barcos medianos de pasaje y "os cacilleiros" cruzan de un lado para otro las dos orillas del Tajo.
Me llamo Suetonio. Ahora tengo la imaginación puesta allá en el 1936, cuando un día cualquiera llega Ricardo Reis a Lisboa, para despedirse, abrazar la ciudad y morir ese mismo año, se puede decir que fue "o ano da morte de Ricardo Reis". Ricardo Reis nunca existió, fue una creación de Pessoa, pero tampoco estoy seguro ya sobre si existió o no Suetonio , si es una creación de mi mismo, una ficción o realmente soy yo. Mi vida está de recuento, ando preguntándome porqués y las dudas me invaden. Por eso sólo quiero contar, hablar, aunque no sepa a quién. Me encuentro aquí en Lisboa y me veo vacio. No tengo a nadie a mi lado, me toca iniciar una nueva vida.
Estoy aquí en Lisboa, intentando pasar desapercibido y mejor que nadie me reconozca, pero por otro lado hay otro yo en mi que parece no preocuparle el peligro porque mi mente está ahora sólo reciclando y recordando los intensos recuerdos de los últimos quince intensos años. Años en que no era yo, o yo era realmente él. Los años que viví como o con o siendo Suetonio. Hay quien quiere que desaparezca, lo presiento. Por eso estoy aquí y quiero recordarme de Ricardo Reis que vino a su Lisboa a morir. Soy consciente de que también puede ser " o ano da morte de Suetonio", por eso quiero estar aquí . Pero mientras tanto, como fué para Reis, Lisboa es ahora mi madre y mi patria, la que me acaricia y me esconde y yo trato de corresponderle, abrazándola todos los días y recorriéndola como si fuese el último día de mi vida. No sé cuando acabará todo esto, mientras disfruto de esta "menina e moça", y de esta "cidade a ponto luz bordada". Voy poco a poco recorriendo las calles por donde iba y venía Ricardo Reis. Salgo del hotel Bragança, hoy ya unso muros cubiertos de maleza y apenas reconocible, bajo por la Rua do Alecrim, subo, recorro A Baixa, otro día salgo desde el Cais do Sodré, subo hasta Alfama, voy a ver si está Pessoa na Brasileira, me siento no Terreiro do Paço, una visita O Rossio, tomo el sol temprano en la Praza da Figueira como aquellos mozos gallegos de la época de Reis. Voy y vengo, vuelvo a pasar por el Bragança y miró detrás de las piedras destruidas por si anda por allí O pimenta atendiendo en la recepción, o si me cruzo con Lidia, la amante, por la rua do Alecrím. Así van pasando los días y los recuerdos.
Suetonio es el nombre que elegí cuando me admitieron como agente operativo en la organización secreta Convento. Nadie en la organización sabía mi nombre ni mi apellido, ni yo tampoco el de nadie. De mi sólo sabían este nombre latino y una identidad nueva. Que nadie sabia mi antiguo nombre y mi vida, tampoco es exacto. Si existía una persona muy importante en Convento que si sabia mi nombre y mi vida. Él fue quién me captó y me involucró en esta locura de vida, él era conocido en Convento como Serpico. Yo lo había conocido como Cosme Danoz Freijedo. Nuestras vidas habían estado juntas de estudiantes en el seminario salesiano de Cambados, allá en plenas Rias Baixas gallegas, donde Dios en la creación del mundo se dio un pequeño homenaje para hacerlas un paraíso de clima y belleza.
Después de que nos separamos, al terminar el bachillerato, cada uno optó por un camino diferente en la vida, no nos volvimos a ver hasta veinticinco años más tarde cuando las circunstancias trajeron a mi vida otra vez a Cosme Danoz Freijedo, Serpico.
Serpico ha muerto, o lo han matado. Miro al horizonte y me parece verlo. Nunca podré demostrar que lo mataron , sólo llorar su pérdida y su amistad. Aquí acariciado por el sol mañanero de este febrero de Lisboa, me protejo del viento del Norte, miro al cielo, al Tajo y el mar al fondo y viene a mi mente como empezó todo, como fue aquél encuentro en Madrid después de veintinco años que no nos veíamos .
Recuerdo era el año 1995, hoy ya estamos en 2016. Como pasa el tiempo. El día estaba gris en Madrid, el cielo parecía ceniza y la temperatura era suave, estamos ya en primavera pero parece Otoño. Ya no hace frío . La estación de autobuses se esconde detrás de una gran cúpula acristalada. A las nueve de la tarde-noche, por fin bajo del autobús y después de cinco horas de transitar por la seca Castilla y dejar su Galicia llego a la capital. Mi punto de partida había sido Ourense. Por cierto allí fue como inicié mi actividad como miembro de Convento, aunque para hablar de Ourense en Convento se hablaba de Serenou, nombre en clave de la ciudad. Aún recuerdo algún informe importante que me llegaba recientemente y que se encabezaba así "Malagrida desde Serenou: los niños cantan y mamá está de compras. ".
Convento a "grosso modo", sin entrar en detalles y para centrarnos, era la férrea, cerrada organización secreta que tenía como objetivo conseguir información de cualquier tipo, a través de gentes captadas, compradas, convencidas etc. que pasaban por varias entregas con medidas de seguridad y que finalmente llegaba filtrada en muchos casos a unos analistas , especialistas, y que estaban en Vaticano. Allí en algún lugar secreto, reclasificaban, estudiaban, destruían , resumían y daban informes de ella. Estaba por todo el mundo y le interesaban datos e información de todo tipo pero especialmente la que podíamos considerar irrelevante pero ponía bien de manifiesto el pensar de una zona, del pueblo en general etc. Después no sabemos ya para quién iba esa información, su dueño era el Vaticano de momento que siguiendo la tradición secular de la Iglesia era necesario poseer mucha información para seguir siendo la luz del mundo. No fue de otra manera como la Iglesia Católica o mejor el Vaticano estado que se mantuvo desde Imperio armado hasta "influecer" de todos los siglos en la urbe mundana. Los tiempos han cambiado mucho desde los el Vaticano armado, desde los Estado Pontificios y el Ejército del Papa, desde los Borgias a Pio XII. Hoy, en estos tiempos el laicismo, la secularización del poder y de las Instituciones, el poco uso del Sacramento de la confesión han hecho mermar la información que daba el pulso social e íntimo de la sociedad y que el Vaticano gestionaba con la prudencia y el sentido vaticanista de las cosas. Hay que adaptarse a los nuevos tiempos, es preciso reinventarse, porque la pérdida de información es la pérdida y esencia de ser del Vaticano. Los informadores de Convento son formados en los ámbitos eclesiásticos, normalmente, pero se utiliza personal de todo tipo.Puede haber, hay, desde una prostituta a un general, a un banquero, a un funcionario sencillo y anodino, hasta el Guardia civil de un pueblo perdido de Asturias o León. Nadie sabe quien es nadie. La organización es perfecta, casi perfecta y los trasvases de información muy clásicos pero muy eficaces. No prima la inmediatez ni la rapidez en el trabajo de Convento, es más importante la discreción y la eficacia. El Vaticano se mueve con mesura y tranquilidad en un álo de reflexión continua. Así parece que funciona Convento.
Cuando me bajo en Madrid, estoy a punto de formar parte de Convento. Cosme, Serpico, tendrá que prepararme y gestionar mi entrada en un nivel de información intermedio-alto como hombre de confianza. Atrás en Serenou queda un año de mis primeros contactos con Convento, pruebas que me hicieron y mis pequeños trabajos de informador en una pequeña ciudad de provincias. Ahora ya estoy a punto de ser un miembro más de Convento y ya estoy familiarizado con mi nuevo nombre, Suetonio.
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